Hemos
visto en otras entradas relativas a los eremitorios que no toda cueva era el
hogar de un ermitaño. Puede ser una iglesia -o una madriguera (je, je)-. Y, por
supuesto, no eran cuevas de los moros. Las construcciones trogloditas eran
espacios habitados que los transformaban para diversas tareas como vivienda,
iglesia, almacén, taller.... Sabemos, además, que su datación es difícil pudiendo
encontrarlas fechadas desde el siglo V al X. Vamos, desde la llegada de los visigodos
más o menos. Otros autores hacen coincidir la vida eremítica con los primeros
siglos de la repoblación medieval. Pero el problema es que, a lo largo del
tiempo una cueva puede tener distintos momentos de ocupación y, para más inri,
esa cueva o asentamiento ha podido cambiar de función en cada ocupación, o en
la misma.
Lo
decimos porque el yacimiento de El Pópilo estuvo ocupado en la Prehistoria,
hace unos 5.000 años. O, al menos, eso dedujeron las campañas de excavación de
2004 y 2005. Aquellas personas vivían en cabañas sencillas, construidas con
troncos y ramas, y utilizaban el fuego. Cazaban, recolectaban, pastoreaban y cultivaban
como lo demuestran los distintos instrumentos y estructuras documentadas en la
excavación (cuchillos de sílex o molinos de mano). Será con las estructuras
altomedievales que este asentamiento previo resulte arrasado.
El
Pópilo se encuentra en las estribaciones de la Sierra de Árcena, a unos 650
metros de Herrán, en un afloramiento rocoso a los pies del cerro de El Castillo.
Este enclave está recogido en un pequeño valle protegido con defensas naturales
que cuenta con tierras cultivables y agua en las inmediaciones. Una primera
descripción del mismo lo tenemos en un artículo de 1974 del Diario de Burgos:
El
yacimiento que verán está compuesto de iglesia y necrópolis, que se sitúan a
poco más de trescientos metros del llamado Castillo que podría ser un elemento
defensivo del poblamiento Antiguo y Altomedieval. Esta fortificación sería una
de las existentes en el periodo visigodo (siglos V-VIII) junto a Tedeja o la
Peña del Mazo. De este periodo también serían las iglesias-monasterio de Santa
María de los Reyes Godos, esta de El Pópilo y San Juan de Hoz de Cillaperlata.
Obtenemos así un área de poder visigodo en Las Merindades.
La
iglesia El Pópilo (“Pópulo” o "populus" que es lo mismo que chopo o
álamo) fue estudiada por Bohigas, Monreal Jimeno y Cadiñanos Bardeci. Destacar
que la ermita se documenta en la visita pastoral de 1553 llamándose Nuestra
Señora del Pópulo; también en 1707; en 1733 en el concierto de arrendamiento de
sus propiedades en el concejo de Herrán; y en 1753 al aparecer el término
Pópulo en el Catastro del Marqués de la Ensenada.
La
iglesia es de planta basilical de 9`5 metros de longitud por 2`70 metros de
anchura y la cabecera es plana. Está orientada al Sur-este. La debemos definir
como semirupestre puesto que tuvo tejado apoyado sobre postes. El acceso al
templo está en el tramo medio del flanco norte porque se conserva la losa que
marcó el umbral de la entrada. La altura debió ser de unos 4`5 metros y el
suelo era de opus signinum (pavimento liso de calidad hecho con arenisca, cal,
teja y ladrillo muy triturados). Al exterior destaca las marcas de la existencia
de un pequeño pórtico protegiendo la entrada. El espacio de los pies está
sobreelevado. Los entalles y rebajes que hay en la zona de contacto parecen
indicar que hubo un arco que enmarcaba el paso a la cabecera.
A
la entrada, situada a los pies de la roca vemos una cruz sobre peana, que
indica que estamos ante un lugar sagrado. Después se dispone una oquedad, un
cierre que diferenciaba el centro de culto. Solamente se excavó su costado sur
y la cabecera en un afloramiento. Fue una edificación con cabecera cuadrada
diferenciada por el iconostasio, cuyas huellas se aprecian en el afloramiento
calizo. Hay varia espacios que señalarían diferentes ámbitos. Tenemos una tumba
junto al muro oriental del templo en la que se aprecia las marcas de la
existencia de una lauda sepulcral incrustada en la correspondiente ranura. Tiene
orientación correcta según el ritual cristiano medieval, es decir, con la
cabeza orientada al Oeste y los pies apuntando hacia el Este, en el lugar más
destacado. Sus dimensiones son 2 metros de largo, 1`10 de altura y 90
centímetros de profundidad. Conserva algunos restos de enlucido y puede que
estuviera cubierta por una lápida. Lo chocante que haya solo una a pesar de que
había espacio para más.
No
nos olvidemos de la cuidada hornacina labrada, con arco y bóveda de herradura. Junto
a la hornacina y al nicho, tallados en la misma pared, se observan mechinales y
ranuras que servirían de soporte al segundo piso situado a los pies del templo
a modo de tribuna o coro alto. La iglesia del Pópilo podría ser una de las
muchas citadas en el documento fundacional del monasterio de San Martín de
Herrán. En definitiva, todos los datos apuntan para este edificio una
cronología prerrománica, encuadrable entre los siglos VI y IX.
La
necrópolis la tenemos sobre los restos neolíticos de los que hemos hablado al
inicio de la entrada. Hay treinta y seis tumbas: doce infantiles y el resto de
adultos. De todas ellas, diecisiete son de lajas, una está excavada en la roca,
en ocho se combinan excavación y lajas, y cinco son de fosa simple. En algunos
casos parece que se conserva la estela o piedra hincada que señalaba su
cabecera. Todas se orientan en dirección Este-Oeste. Solamente una de las
tumbas de la necrópolis dispone de orejeras para sujetar la cabeza del cadáver
en posición. En las sepulturas más recientes aparecieron clavos indicado la
existencia de ataúdes o parihuelas. Hay una tumba fuera del cementerio sin
razón aparente. Aceptaríamos que la colocación de las tumbas infantiles fue
intencionada al estar en el entorno más inmediato al templo.
Expliquemos
que la inhumación en cista lateral, con lauda sobre ella, rematada por una
credencia en forma de arco de herradura remitía a un personaje relevante.
Podríamos pensar en un anacoreta o un presbítero con fama de santidad que
explicaría la instalación del conjunto religioso en este lugar. Podríamos soñar
con que entre el siglo VI y VII se instalaría aquí uno o varios eremitas,
transformándose posteriormente este paraje en iglesia. Si concedemos
credibilidad a la documentación de Valpuesta, en el siglo IX se reedificaría el
centro de culto. Judit Trueba Longo entiende que “el conjunto puede situarse
en época de la repoblación, entre los siglos VIII-X, y puede corresponder a una
de esas iglesias antiguas y abandonadas que el abad Paulo y sus socios
encuentran en esta zona”.
El
tipo de tumbas documentado en los estratos más profundos e inmediatos al templo
responde a un modelo conocido en otros yacimientos peninsulares datados entre
los siglos IX y XI. Se han recogido dos monedas en el yacimiento: una del siglo
XIX -claramente una contaminación- y otra del reinado de Alfonso VIII
(1158-1214).
La
necrópolis nos lleva a pensar en la existencia de un pueblo, o aldea, cercana
que cultivaba las tierras del estrecho valle que se abre al sur y los pastos de
montaña del norte, sobre el enclave. No tenemos localizada fehacientemente el
poblado, pero, seguramente, no está lejos. A unos 300 metros al Suroeste de la
iglesia y la necrópolis, en La Varga, se han hallado cuatro hoyos rellenos por
debajo del nivel del suelo actual. Uno de ellos tiene forma semiesférica de
unos 80 centímetros de profundidad y una boca de 90 centímetros; otro de 145 cm
de profundidad y una boca de 9 cm, el tercero de 30 cm de profundidad y boca de
65 cm y el cuarto de 110 cm de profundidad y 100 cm de boca. Este tipo de hoyos
solían ser utilizados en primer lugar como silos, y una vez que se abandonan,
como basureros. Y están asociados a poblados medievales. ¿Habremos encontrado
el pueblo?
La
visita pastoral diocesana de 1707 nos informa de que la iglesia de Nuestra
Señora del Pópulo estaba “casi en tierra”, y que pertenecía al monasterio de
San Millán de la Cogolla que llevaba los diezmos de su término. Por tanto,
tenemos un término parroquial y dezmatorio. Si lo pensamos, resulta extraña la
tardía presencia documental de El Pópilo cuando se dispone de varias iglesias
en el término de Herrán que no han podido ser localizadas todavía: San Vicente
y Leti, Santa Justa y Rufina, San Mamés y San Millán de Tresores. Quizá El
Pópilo fuese en origen cualquiera de estos cuatro centros de culto perdidos
pero documentados en el siglo IX.
Hace
unos años el conjunto rupestre fue señalizado y estudiado buscando el aprovechamiento
turístico del lugar.
Para
llegar a esta iglesia de Herrán, antes de llegar al pilón de agua,
encontraremos a la derecha de la carretera, un camino ancho, que debemos seguir
hasta llegar a una bifurcación donde tomamos el camino de la izquierda que
conduce hasta una finca cultivada. Bordeando esta por su izquierda, llegaremos
hasta la peña en donde se encuentra excavado el conjunto.
Bibliografía:
“Valpuesta
y Berberana. El Valle de Tobalina. Medina de Pomar y sus aldeas. Zan Zadornil y
sus aldeas. Villalba de Losa y su vez. Frías y sus arrabales”. María del Carmen
Arribas Magro.
“Eremitorios
rupestres en la comarca de Las Merindades (Burgos)”. Judith Trueba Longo.
Web
“Condado de Castilla”.
www.lasmerindades.com
Blog
“Tierras de Burgos”.
Blog
“ZaLeZ”.
“Las
Merindades de Burgos: Un análisis jurisdiccional y socioeconómico desde la
Antigüedad a la Edad Media”. María del Carmen Sonsoles Arribas Magro.
“Eremitorios
rupestres y colonización altomedieval”. Eugenio Riaño Pérez.
“Arquitectura
troglodítica. Eremitismo rupestre en España”. Lucrecia Ortiz de la Torre Iza.
Periódico
“Diario de Burgos”.
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