Ahora
que Frías forma parte de los pueblos más bonitos de España seguiremos el viaje
que realizó Luis Saiz Fernández Casariego, ingeniero agrónomo, en el lejano
1935 para la revista Oasis. Salvo coincidencia de nombres, que todo es posible,
este hombre sería también el autor del trabajo titulado "Sobre la
persistencia de la acción del estiércol como fertilizante" (1935).
Como
otras veces, os ruego paciencia con la forma de escribir de principios del
siglo XX: para nosotros rebuscada, con palabras que ya no usamos y menos
entendemos y con referencias en desuso. Venga, vamos.
"Situada en la
parte Sur de la amplia depresión que atraviesa el Ebro al abandonar el estrecho
paso de la Peña Horadada y hasta el angosto desfiladero en cuyos contrafuertes
se asienta el minúsculo pueblecito de Sobrón, en la ruta hacia Miranda de Ebro,
una escarpada colina de regular altura y de forma alargada, con vertientes casi
inaccesibles, en situación de dominio sobre la comarca, sostiene la que hasta
1447 fué villa y después ciudad de Frías.
En relación perfecta
con las necesidades estratégicas de la época, agrupa a lo largo de su cresta,
sobre su estrecha meseta y desbordándose por la vertiente meridional, el total
de sus construcciones, limitadas en ambos extremos por la iglesia parroquial,
sobre un acantilado cortado a pico y el castillo, que sirve de cierre al acceso
natural más fácil.
Partiendo del valle
de Tobalina, dejando la carretera que va a Trespaderne en el pueblo de Quintana
Martín Galindez, después de atravesar el río por un puente de moderna
construcción, a cuya izquierda queda el de origen romano, hoy cerrado al
tránsito rodado, una estrecha y empinada carretera conduce a la población por
su entrada al pie del castillo.
Queda a la derecha la
mole de piedra del que fué convento de San Francisco, primeramente situado
lejos de la ciudad, junto al Ebro, cuya fundación se remonta al año 1249 y que
más tarde y merced a la bula concedida por Sixto V fué trasladado al lugar que
en la actualidad ocupa, habiendo llegado a albergar en su tiempo una nutrida
comunidad, que en 1752 llegaba a contar 24 religiosos y dos criados.
Aun cuando en la
época de la francesada fueron muradas todas sus entradas, no pudo evitarse el
enorme destrozo por ella causado
y la ruina total que sobrevino más tarde a consecuencia de la desamortización".
Nos saltamos el párrafo sobre el castillo que describe lo
que hoy en día todavía encontramos y continuamos con el paseo por sus calles.
"Más lejos, las
casas, que en número de 300
albergaban antiguamente unos 200
vecinos, juntamente con los molinos, batanes,
telares y otras instalaciones industriales de las que apenas quedan hoy
rastros, se agrupan entre calles principales, angostas, toscamente empedradas y
de fuerte pendiente, que conducen hacia la iglesia parroquial". La visión de Fernández Casariego es demoledora, no se
reprime al aplicar adjetivos con connotaciones negativas. ¡Incluso con la
iglesia parroquial!
"Procede ésta
igualmente del siglo XII, pero en el curso de los años ha sido objeto de tan
múltiples como lamentables reformas, que hoy apenas quedan vestigios de lo que
fué, y lo que resta se conserva en un estado verdaderamente lastimoso. Nada
existe ya de aquella famosa portada artística de ocho arcos que representaba a
San Vicente, y que algunos documentos dicen disponía a la altura del coro, como
particularidad curiosa, de un balconcillo enladrillado desde el cual el cabildo
veía correr los novillos en la plazuela ante ella existente, y del suntuoso
atrio en donde, al parecer, se fallaban los juicios ordinarios de los
moradores, por fuero concedido por Alfonso VIII, resta tan sólo un arco considerablemente
deteriorado.
En 1906, al desplomarse la torre,
ocasionó en toda la construcción daños difícilmente reparables, y del montón de
ruinas, tras varios años de inexplicable abandono, fueron vendidas para el
Museo de Nueva York piedras centenarias de venerable tradición y elevado valor
artístico. ¿Y qué decir de la torre reconstruida? Es una obra del peor gusto y
máxima carencia de estética, sin la más mínima
relación con el estilo primitivo del templo".
A estas alturas del relato a poca gente de 1935 le quedarán
ganas de llegar a Frías para conocer un lugar que, encima, está igual de
atrasado que muchas otras partes de España. Quizá este ensañamiento proceda del
rechazo que produce a una persona instruida el atraso de su patria.
"Junto a su altar
mayor, de principios del pasado siglo (Siglo
XIX) y atribuido a E. Ortega, la
Sacristía y varias capillas de escaso o nulo valor artístico, contiene de notable
la iglesia parroquial una imagen policromada del siglo XII, representando a la
Santísima Virgen, un Santo Cristo de tradición milagrosa, y en su tiempo muy
venerado, y la muy interesante capilla llamada de la Visitación, con su
magnífica verja, su mesa de altar, su retablo y su bóveda.
La fundación de ésta
parece remontarse al siglo XV; restaurada con notable magnificencia en 1517 por
el deán de Sigüenza, don Clemente López Frías, en ella se celebraron, por los
correspondientes beneficiados, numerosos y solemnes cultos, no faltando la misa
diaria de alba y la salve al anochecer; tales prácticas no pudieron, sin
embargo, ser en todo tiempo mantenidas posteriormente; unas veces por razones
económicas (en 1598 se redujo a 70 el número de misas y a 32 en 1716) y otras por
abandono de sus patronos e interesados o por el mal estado de la capilla, llegó
el culto incluso a quedar interrumpido, si bien fué reanudado, aun cuando muy
restringido, en 1801, después de la sentencia dada en 1790 por el arzobispado
relativa al pleito promovido a los beneficiados por el presbítero patrono de la
capilla, don Juan B. Sisniega.
Claro testimonio del
arraigo que antiguamente tenia la fe religiosa entre los moradores de Frías ,
hoy tan considerablemente reducida, es el número de iglesias y ermitas que,
además de los monasterios, allí existían. Como más importantes pueden citarse
las de San Vítores, San Pedro, de la Magdalena y Nuestra Señora del Puente,
entre las primeras, y Santa Marina, Santa Olalla, Santa Lucía, San Cristóbal,
San Sebastián, San Roque, etc., entre las últimas". Ni la fe religiosa ha logrado sobrevivir a la decadencia de
la ciudad. ¿Es un logro de la república, de la educación o una muestra de la
pérdida de valores de los habitantes de una pobre población? No lo dice, solo insinúa
cosas.
"Particular importancia
correspondía al monasterio de Vadillo, fundado en 1219 para canónigos regulares
de San Agustín por don Diego Faro, canónigo de Burgos, hoy casi totalmente
derruido. Emplazado fuera de la población, disponía de cuantos medios eran precisos
para sostener sus 13 canónigos y el prior y para satisfacer el importe de las raciones
establecidas por el fundador a favor de los beneficiados de la parroquia, como
compensación de los posibles perjuicios que el culto en el monasterio pudiera
ocasionarles. En no pocas ocasiones el pago de tales raciones fué motivo de
discusión y aun objeto de pleito con el cabildo parroquial.
Junto a uno de sus
altares, al lado del Evangelio, por donación del marqués de Astorga en 1676,
quedó depositado, como valiosa y venerada reliquia, el esqueleto de San Pío
mártir, donado por el cardenal vicario de Roma al entonces cardenal Carlos Pío
en 1675. No fué largo el reposo que tan valiosos restos encontraron en Vadillo.
Tras el abandono forzado del monasterio en 1809, a raíz del cual manos sacrílegas
destrozaron la urna y quebrantaron no pocos huesos, decidió el cabildo subirlo
a la iglesia parroquial, donde quedó custodiado hasta 1826, fecha en que en
solemne procesión fué devuelto al monasterio hasta 1835, en que, desalojado de
nuevo el convento, volvieron los restos a la iglesia parroquial, conservándose
ocultos hasta 1930.
Frías ha dado a la
iglesia católica dos obispos. Fué uno de ellos don Pedro Fernández, titular de
la diócesis de Osma, y a quien Clemente Vil nombró cardenal en 1394. Cauto,
astuto, autoritario, palaciego, fué privado de Enrique III, sobre quien
adquirió enorme ascendiente. Su trato y proceder le malquistó con los grandes
hombres del reino, siendo expulsado y nombrado por Juan XXII obispo de Sabina,
cargo que regentó hasta su muerte, ocurrida en Florencia en 1420. Fué el otro
don José López de Mendoza, religioso de la Orden de San Agustín, obispo de Jaca
en 1891, y después de Pamplona hasta su muerte, en 1923." De este último podría haber dicho que era un modernista
alborotador de la plebe.
"Fueron los
archivos de Frías quemados en plena plaza pública. (¿Por quién? ¿por estos toscos aldeanos? ¿Por el francés?) Se dispone por ello de muy escasa
documentación histórica, especialmente en el período que precedió al siglo XII.
Cierto
que diferentes historiadores han hecho afirmaciones y reseñado hechos de la más
diversa naturaleza; sin embargo, la buena lógica no permite para muchos de ellos
que sean aceptados como admisibles.
Por la documentación,
en gran parte extraña a la ciudad, se ha tenido conocimiento de que en el siglo
XII, reinando Alfonso VIII y por especial fuero por él concedido, era Frías
cabeza de un gran distrito sobre el que extendía su jurisdicción civil. Y por
real privilegio especial los habitantes residentes "en la muela, de la
cadena adentro", se consideraban francos de ciertos tributos y exentos,
por tanto, de satisfacer su importe.
Alfonso X el Sabio
atestigua, en carta fechada en la ciudad de Burgos, haber visto aquella de Alfonso
VIII, su bisabuelo, en la que tal privilegio se encontraba contenido, ordenando
a su vez se le diera exacto cumplimiento en forma semejante a como ya ocurriera
en tiempos de su padre, Fernando III.
Nueva confirmación de
ello aparece en la carta de Fernando IV el Emplazado, hijo de Sancho IV,
fechada en Valladolid en el año 1338 y en otra de los Reyes Católicos dada en
Medina del Campo en 1480.
En 1447 Juan II, rey
de Castilla, hizo donación al conde de Haro, don Pedro Fernández de Velasco, de
la villa de Frías, en atención a los muchos e buenos e muy acabados servicios
que me abedes fecho...", y ello, para sí, su hijo y sus herederos. Pero
solamente en 1450 y por la fuerza tomó posesión de la ya ciudad p a r a ejercer
en ella su señorío, causando su cerco y asedio la muerte de mucha gente y
perjuicios de consideración, para los cuales el cabildo solicitó remedio y
provisión.
Y fué don Bernardino Fernández
de Velasco a quien los Reyes Católicos concedieron en 1492 el ducado de Frías,
por privilegio expedido en Granada. No fueron siempre cordiales las relaciones
entre los habitantes de Frías y sus señores. E n no pocas ocasiones diferencias
y aun pleitos enconados encontraron su origen al pretender el cobro de tributos,
de los cuales se consideraban exentos.
Y en 1517 hubo de
conceder poderes a don Pedro de Texeda para que representara a la ciudad en el
pleito promovido contra el condestable su señor con respecto al pago exigido de
portazgo, barra y otros pretendidos tributos. Mas a pesar del reconocimiento
como legítimos de sus derechos, nuevos pleitos siguieron con escasa
interrupción, siendo interesante la sentencia en sentido favorable dictada en
1522 por la Audiencia de Valladolid y la definitiva, tras la revisión
suplicada, dada en 1523, contra el almirante de Castilla el Concejo de Burgos,
las villas de Pancorbo y Olmedo y la abadesa y monjas de las Huelgas.
En el siglo XVIII,
Felipe V, por carta provisión dada en Madrid en el año 1727, concede al valle
de Tobalina la separación de Frías y la independencia municipal. La importancia
de la ciudad, ya en franca decadencia, recibe con ello el golpe de gracia. Y hoy, perdida
su hegemonía civil y su grandeza religiosa, con su castillo en ruinas, sus
monasterios abandonados, sus iglesias y ermitas en lamentable estado,
desaparecida su industria, derruidas muchas casas, cuyas antiguas bodegas son
hoy profundas simas llenas de piedras, sus habitantes han de buscar en el
ejercicio de una agricultura no siempre próspera los medios para una existencia
tan oscura como modesta, no conservando de las pasadas grandezas sino un
recuerdo muy vago y el mercado semanal, cuya única importancia reside en lo
antiguo de su fundación".
¡La leche!
Bibliografía:
Revista "El Oasis".
Información complementaria:
El Oasis: Revista mensual fundada y dirigida por Vicente
Olmo y Silverio de la Torre con el subtítulo “tierras, pueblos, costumbres,
arte, geografía, viajes”, que inicia su andadura en noviembre de 1934, con
artículos y reportajes sobre lugares singulares, tanto por su valor
arquitectónico y artístico, como paisajístico, natural y costumbrista, no sólo
de numerosas ciudades, pueblos y zonas españolas, sino de otras de Europa,
África, Asia o América, dirigida a un público viajero, de alto poder
adquisitivo y fácil acceso a la práctica turística moderna, dando entrada también
a artículos de viajes, interesada por los hallazgos arqueológicos y con
secciones propias de Turismo, de Bibliografía sobre viajes, Consultorio
geográfico y Relación cronológica de cruceros de turismo.
Publicación ilustrada, con entregas que superan generosamente
el medio centenar de páginas, con textos acompañados de una profusión de
fotografías en blanco y negro, aunque gran número de ellas sin mención de autoría,
de vistas aéreas o parciales, panorámicas, ciudades, edificios y lugares
naturales, paisajísticos, pintorescos y singulares, de tipos o costumbres. Sus
inserciones publicitarias se refieren también al comercio e industria turística
(comunicaciones marítimas y terrestres o establecimientos hoteleros). Inserta
también un directorio de hoteles de Madrid. El último número de la colección es
el 15, correspondiente a enero de 1936.
Dedicado a Miguel González (ZáLeZ)
Manda güevs...GRACIASSSS me ha hecho mucha ilusión tu dedicatoria.
ResponderEliminarMenos mal que lo visitó en 1935; si llega haber sido en el siglo XI hubiera huido despavorido.
Más yo creo que incluso en el 1935 tampoco hubiese quedado mal, en comparación con otros ya que se podría extrapolar a todos los pueblos que hoy son bonitos ese abandono y quasidestrucción.
De todas formas los desaguisados que relata, hoy siguen estando, y sin embargo, ahí la tienes.Más chula que un ocho.
Un abrazo, y gracias de nuevo.
De nada.
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