Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


domingo, 23 de noviembre de 2014

Juan José de Unzueta: un teniente bizarro.

No se me animen porque según la RAE bizarro significa "valiente" o "esforzado" y no "estrafalario", "extravagante" o "extraño" (def. de bizarre), aunque algo tiene esta historia de eso, de estrafalaria.

Debemos trasladarnos a 1836 a la expedición del general Gómez. Y... ¿Quién era él?

Mariscal Miguel Gómez

Don Miguel Sancho Gómez Damas (Torredonjimeno, Jaén; 5 de junio de 1785 - Burdeos, Francia; 11 de junio de 1864) era estudiante de derecho cuando, a causa de la invasión francesa, ingresa como subteniente en el ejército y participa en Bailén. El 21 de julio de 1812 es capturado por los franceses en Castalla. Prisionero en Autun (Francia), a diferencia de Riego, logra escaparse (y no adoptó ideas más liberales) y vuelve a incorporarse al ejército. En septiembre de 1812 ya es capitán. Finalizada la guerra, se casó en Madrid con Vicenta de Parada (1815) y se retirará del servicio activo. Vivió en Jaén como administrador de bulas. Durante el Trienio Liberal (1820-1823) fue un activo opositor al sistema y consiguió la comandancia de Algeciras, cargo del que será depuesto durante la regencia de María Cristina de Borbón por sus ideas absolutistas.

Estallada la guerra marchó, como muchos conservadores, a zona Carlista para ponerse a las órdenes del general Tomás de Zumalacárregui. Fue nombrado jefe de su Estado Mayor y participó en los combates de Asarta, Acción de Alegría de Álava, Acción de la Venta de Echavarri y Alsasua. En 1834 acompañó a don Carlos y fue nombrado Comandante General de Vizcaya. Luego fue Comandante General de Guipúzcoa y tras la acción de Guernica y la toma de Tolosa alcanzó el grado de Mariscal de Campo. En 1834 recibió el título de marqués de Orbaiceta. Tras la rendición de Rafael Maroto (1839), Miguel Gómez decide exiliarse, junto con su esposa, en Francia. Volvió a España durante la Segunda Guerra Carlista (1846-1849), siendo Comandante General de Andalucía. Tras el nuevo fracaso carlista, volvió al exilio francés, a Burdeos, donde vivirá hasta su muerte.

Pero su paso a la Historia se produjo en 1836 con su famosa expedición a lo largo y ancho del suelo patrio cual edición de "La Vuelta". Con un frente norte donde los carlistas estaban acosados y a la defensiva, levantado el sitio de Bilbao y Don Carlos convencido de que el paso del tiempo favorecía a Isabel, se decidió aligerar la presión que los mantenía encorsetados entre las montañas cantábricas y pirenaicas y un mar patrullado por la escuadra inglesa. Se recurrió para ello a las expediciones. Dos, sincronizadas. La del brigadier riojano, don Basilio García, otro administrador de Bulas con una misión de distracción, y la del mariscal don Miguel Gómez, un táctico nato de pericia y sangre fría más que demostradas como jefe del Estado Mayor de Zumalacárregui.

Caballería Castellana (Clauzel)

El Ejército Real de la Derecha de Gómez lo compusieron cuatro batallones castellanos, uno más de granaderos, y dos escuadrones de caballería. Debía potenciar y reestructurar las partidas realistas gallegas y asturianas, para abrir un nuevo frente coordinando la acción de estas guerrillas con las partidas miguelistas de la guerra civil portuguesa.

Salieron de Amurrio y se pasearon por el territorio Isabelino entre la adhesión y la impunidad hasta volver a Castilla la Vieja. Para ese momento, principios del invierno de 1836, llevaban ya una marcha sufrida y pausada. Tranquila porque las unidades enemigas que les flanqueaban pasaban de atacarles. ¡Leches! Eran una presa fácil: una columna en marcha rectilínea por la helada etapa castellana. ¿Y nadie les sale al encuentro?

Veamos... Las guarniciones cercanas a su recorrido, alertadas desde Madrid por el alto mando, se muestran más interesadas en proteger sus plazas que en atacar a Gómez; su acción ofensiva se limita al continuo hostigamiento de los flecos de una columna que desfila como un blanco móvil en un campo de tiro. Podría ser porque los cristinos no se fiaban de sus tropas. Entiéndanme, Pirala consideró que excedieron de mil hombres los miembros del ejército del Norte que se pasaron a los carlistas en 1836 pero se queda corto porque en otra acción en Las Merindades, la del Ribero, se pasaron ya más de cuatrocientos. Y en toda la campaña del mariscal Gómez son 1.643 soldados.

Las razones para pasarse no solo era que esos "transfugas" fuesen carlistas sino que tenemos: la politización del ejército cristino; rivalidades personales entre los generales; y los problemas de disciplina, principalmente por la Milicia Nacional y los cuerpos francos (Por ejemplo, en 1837 en Gayangos se subleva el primer batallón del regimiento de Mallorca, y aunque son asesinados algunos de sus oficiales el coronel logra restablecer el orden, pero fusilando a los cabecillas).

¿Podríamos decir que se le tenía miedos al mariscar carlista Gómez? Quizá sí porque el vencedor de Cabrera, el tigre del Maestrazgo, tenía órdenes del gobierno para ocupar con su división posiciones adecuadas para cortar el paso y hacer añicos a !a columna carlista. Sin embargo, la falta de suministros, la "escasez de moral" o la meteorología, frenó a las tropas.

Los carlistas llegan fácilmente al puerto de la Brújula, junto a Burgos ciudad. Silencio informativo. Se saturan los medios con las noticias sobre el sitio de Bilbao evitando hablar de una modesta columna en retirada, azotada por el invierno castellano. Se nota que no había ganas de lucha.


Gómez avanza por la helada Bureba, casi hasta Oña, y en un rasgo de audacia pasa el Ebro por el cañón de La Horadada, una ratonera que mil años antes los moros eludieron (o casi), y en la cual una compañía de infantes, con disparos y peñascos, podrían frenar a tropas dos veces superiores a las que aún conservaba el general carlista.

Y, sorprendentemente, se hizo. Pero nadie lo contó... salvo su autor:

"Sres. Redactores de EL ESPAÑOL.

Muy señores Míos: Ignoro en qué consiste el que no se haya hecho mención en ninguno de los periódicos de esa Corte de la resistencia horrorosa que opuso este pueblo con 35 soldados valientes del regimiento de Mallorca de que tengo el honor de ser un teniente, así como de haberles mandado, á la división del caudillo Gómez de vuelta para las provincias , sin que ni las amenazas ni las ofertas me hubiesen hecho vacilar en el cumplimiento de los deberes de un militar de honor por nacimiento ¿Es asunto de poco interés haber salvado á este pueblo, el más liberal y decidido de la provincia de Burgos, de un saqueo horroroso y otras desgracias irreparables? ¿Es un caso de tan poca importancia para quedar sepultado en la obscuridad haber obligado a un enemigo orgulloso a desistir de su empeño haciéndole tomas con afrenta la dirección del puente de Mijangos con un retraso de 5 horas, que era tiempo más que suficiente para que los batallones acantonados en Villarcayo hubiesen acudido á disputarles el paso? ¿Es caso de tan poca importancia para dejarle sepultado en el olvido haber detenido un enemigo engreído con sus anteriores triunfos desde las dos de la tarde hasta las siete de la noche (algo más) obligándole a retirar sus dos piezas de cañón con las que hizo fuego al fuerte y con que pretendió acobardarnos? Conociendo el cobarde Gómez que por el puente de Trespaderne no podía pasar porque le defendían tropas, más valientes que él, se dirigió al puente de Mijangos; donde si hubieran acudido los batallones de Villarcayo no hubiera pasado un solo rebelde á las provincias.

JUAN JOSÉ DE UNZUETA"
(Trespaderne 30 de enero de 1837)
El Español (Madrid. 1835). 9-2-1837, n.º 466



Es decir, a la salida de La Horadada, atrincherados en el puente de Trespaderne, el teniente Unzueta y 35 soldados del regimiento de Mallorca deciden no escurrir el bulto como sus superiores. Quizá por eso su acción no se publica y, como en las películas de vaqueros, se queda solo esperando a los de Villarcayo y enfrentado al menos a 3.000 infantes con 650 caballos. ¿Por qué? Tal vez por dignidad, por espíritu de cuerpo, por el regimiento... Nunca se sabe las razones últimas por las que alguien toma una decisión así.

Pero no fue solo él, al amanecer del día 17 la retaguardia libra en el pueblo de Extramiana su último combate con los peseteros riojanos de don Martín Zurbano. Por cierto los mismos que en Vitoria, junto al regimiento de Almansa, asesinan al gobernador militar, al jefe de la plana mayor y a varias autoridades civiles y militares, mientras gritan a favor de Zurbano, Alaix y la Constitución.

Lo dicho, Fin de fiesta porque la noche del 19 de diciembre de 1836 llegan a sus líneas y a Amurrio. A !as pocas semanas de su llegada le encarcelaban los suyos por insubordinación, malversación de fondos, abuso de autoridad y clemencia excesiva con los prisioneros.


El Español con el texto original


Anexos:

El regimiento Mallorca, 13

Data del año 1682 con el nombre de "Tercio Nuevo de la Armada y del Mar Océano". En 1704 será el "Regimiento Nuevo de la Armada y del Mar Océano", aunque también es conocido con el nombre del título que ostentaba su Coronel "Regimiento de la Santa Cruz". Con las resoluciones de Felipe V pasa a ser el "Regimiento de la Armada n 1" y en 1718 el "Regimiento de Infantería Mallorca n 14 ". pasa por los nombres de "Regimiento de Infantería Mallorca n 19" en 1741; "Regimiento de Infantería Mallorca n 18" en 1769 y "Regimiento de Infantería Mallorca n 20" en 1815, año en que se incrementa el regimiento con el nuevo cuerpo conocido como Segundo de Vizcaya y en 1818 se le agrega un batallón del disuelto Regimiento Hibernia. Con las reformas de la Infantería de 1823 se divide en batallones independientes, adquiriendo los nombres de "Batallón de Infantería n 39" y "Batallón de Infantería n 40", en 1828 recupera el pie de Regimiento con el nombre de "Regimiento de Infantería Mallorca n 12", para cambiar su numeración en 1833 y conocerse como "Regimiento de Infantería Mallorca n 13". En 1931 es fusionado con el Regimiento Guadalajara n 20 y da lugar al "Regimiento de Infantería n 13", con el que permanece hasta su disolución en 1936.

En 1939 y en base a batallones de los Regimientos Zaragoza n 30, San Quintín n 25 y Toledo n 26, se organiza el "Regimiento de Infantería Mallorca n 13" con acuartelamiento en Lorca (Murcia), recogiendo el historial del "Mallorca". En 1959 se reorganiza en Agrupación con el nombre de "Agrupación de Infantería Mallorca n 13 ", cambiando nuevamente en 1963 por el tradicional de "Regimiento de Infantería Mallorca n 13 ", pasando en 1963 a "Regimiento de Infantería Motorizable Mallorca n 13 " y finalmente, en 1986 al de "Regimiento de Infantería Mecanizada Mallorca n 13" hasta su disolución el 29 de diciembre de 1995.

En la Primera Guerra Carlista (1833-1840) participará en: Cerco de Morella, Hostall y Coll de Villabona. Acciones de Pinares de Olmo y Ochagavía, Viscarret, combate de Peña de Orduña. Acción de Linzoain y Espinar. Combate en Villareal de Álava y batalla de Luchana. Acciones de Galdácano, Baceite y Gandesa. Batallas de Catí y Villar de Canes. Socorro de Lucena, Morella y Urdax, acciones de Montalbán y Alcora. Sitio del castillo de Segura, Castellote y Morella.

Entre las recompensas más destacadas concedidas al Mallorca n.º 13 se pueden citar:

  • Derecho de colocar en sus banderas la inscripción "Prius flamis combusta, quam armis Mallorca victa", concedida en 1746 por la acción del río Todone.
  • La Cruz de distinción de la Fuga de Portugal concedida en 1815.
  • El escudo de distinción del Ejército del Norte concedida en 1837 por su acción de Gayangos, de la que ya hablaremos.


Compañías francas o "peseteros"

Las capitanías generales fueron autorizadas a crear compañías francas en cada provincia o partido con oficiales y sargentos retirados, cuyos componentes serían conocidos como “peseteros”; estas unidades no se regían por las plantillas del resto de la Infantería, aunque eran similares a los regimientos ligeros, ni recibieron nombres en consonancia con el sistema general. Se dictaron instrucciones para que se organizaran en batallones o compañías, según su entidad, numerándose por capitanías, como 1º, 2º, … de "Voluntarios de...", aunque muchos conservaron las primeras denominaciones adoptadas. Las compañías tenían de 90 a 120 hombres y los batallones de cuatro a ocho compañías. Dependían a todos los efectos de los capitanes generales, quienes nombraban a oficiales y sargentos, mientras que los jefes y ayudantes eran designados mediante Real Despacho. Estos cuerpos francos, también conocidos como batallones y compañías provisionales, servían normalmente en su provincia, aunque podían ser destinados a otro lugar por la reina. En 1840 se suprimieron los cuerpos francos, voluntarios y provinciales.


Bibliografía:

"La primera guerra carlista" de Alfonso Bullón de Mendoza y Gómez de Valugera.
"LA EXPEDICION CARLISTA DEL GENERAL GOMEZ" por Luis Lavaur en Revista de Historia Militar Nº42. Año 1977
El Español (Madrid. 1835). 9-2-1837, n 466
"Batallas en Las Merindades" de Felipe González López y Aitor Lizarazu Pérez.
Google Maps.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, tenga usted buena educación. Los comentarios irrespetuosos o insultantes serán eliminados.