No
se me animen porque según la RAE bizarro significa "valiente" o
"esforzado" y no "estrafalario", "extravagante" o
"extraño" (def. de bizarre), aunque algo tiene esta historia de eso,
de estrafalaria.
Debemos
trasladarnos a 1836 a la expedición del general Gómez. Y... ¿Quién era él?
Mariscal Miguel Gómez |
Don
Miguel Sancho Gómez Damas (Torredonjimeno, Jaén; 5 de junio de 1785 - Burdeos,
Francia; 11 de junio de 1864) era estudiante de derecho cuando, a causa de la
invasión francesa, ingresa como subteniente en el ejército y participa en
Bailén. El 21 de julio de 1812 es capturado por los franceses en Castalla. Prisionero
en Autun (Francia), a diferencia de Riego, logra escaparse (y no adoptó ideas
más liberales) y vuelve a incorporarse al ejército. En septiembre de 1812 ya es
capitán. Finalizada la guerra, se casó en Madrid con Vicenta de Parada (1815) y
se retirará del servicio activo. Vivió en Jaén como administrador de bulas. Durante
el Trienio Liberal (1820-1823) fue un activo opositor al sistema y consiguió la
comandancia de Algeciras, cargo del que será depuesto durante la regencia de
María Cristina de Borbón por sus ideas absolutistas.
Estallada
la guerra marchó, como muchos conservadores, a zona Carlista para ponerse a las
órdenes del general Tomás de Zumalacárregui. Fue nombrado jefe de su Estado
Mayor y participó en los combates de Asarta, Acción de Alegría de Álava, Acción
de la Venta de Echavarri y Alsasua. En 1834 acompañó a don Carlos y fue
nombrado Comandante General de Vizcaya. Luego fue Comandante General de
Guipúzcoa y tras la acción de Guernica y la toma de Tolosa alcanzó el grado de
Mariscal de Campo. En 1834 recibió el título de marqués de Orbaiceta. Tras la
rendición de Rafael Maroto (1839), Miguel Gómez decide exiliarse, junto con su
esposa, en Francia. Volvió a España durante la Segunda Guerra Carlista
(1846-1849), siendo Comandante General de Andalucía. Tras el nuevo fracaso
carlista, volvió al exilio francés, a Burdeos, donde vivirá hasta su muerte.
Pero
su paso a la Historia se produjo en 1836 con su famosa expedición a lo largo y
ancho del suelo patrio cual edición de "La Vuelta". Con un frente
norte donde los carlistas estaban acosados y a la defensiva, levantado el sitio
de Bilbao y Don Carlos convencido de que el paso del tiempo favorecía a Isabel,
se decidió aligerar la presión que los mantenía encorsetados entre las montañas
cantábricas y pirenaicas y un mar patrullado por la escuadra inglesa. Se
recurrió para ello a las expediciones. Dos, sincronizadas. La del brigadier
riojano, don Basilio García, otro administrador de Bulas con una misión de
distracción, y la del mariscal don Miguel Gómez, un táctico nato de pericia y
sangre fría más que demostradas como jefe del Estado Mayor de Zumalacárregui.
Caballería Castellana (Clauzel) |
El
Ejército Real de la Derecha de Gómez
lo compusieron cuatro batallones castellanos, uno más de granaderos, y dos
escuadrones de caballería. Debía potenciar y reestructurar las partidas
realistas gallegas y asturianas, para abrir un nuevo frente coordinando la
acción de estas guerrillas con las partidas miguelistas de la guerra civil
portuguesa.
Salieron
de Amurrio y se pasearon por el territorio Isabelino entre la adhesión y la
impunidad hasta volver a Castilla la Vieja. Para ese momento, principios del
invierno de 1836, llevaban ya una marcha sufrida y pausada. Tranquila porque
las unidades enemigas que les flanqueaban pasaban de atacarles. ¡Leches! Eran
una presa fácil: una columna en marcha rectilínea por la helada etapa
castellana. ¿Y nadie les sale al encuentro?
Veamos...
Las guarniciones cercanas a su recorrido, alertadas desde Madrid por el alto
mando, se muestran más interesadas en proteger sus plazas que en atacar a
Gómez; su acción ofensiva se limita al continuo hostigamiento de los flecos de
una columna que desfila como un blanco móvil en un campo de tiro. Podría ser
porque los cristinos no se fiaban de sus tropas. Entiéndanme, Pirala consideró
que excedieron de mil hombres los miembros del ejército del Norte que se
pasaron a los carlistas en 1836 pero se queda corto porque en otra acción en
Las Merindades, la del Ribero, se pasaron ya más de cuatrocientos. Y en toda la
campaña del mariscal Gómez son 1.643 soldados.
Las
razones para pasarse no solo era que esos "transfugas" fuesen
carlistas sino que tenemos: la politización del ejército cristino; rivalidades
personales entre los generales; y los problemas de disciplina, principalmente
por la Milicia Nacional y los cuerpos francos (Por ejemplo, en 1837 en Gayangos
se subleva el primer batallón del regimiento de Mallorca, y aunque son
asesinados algunos de sus oficiales el coronel logra restablecer el orden, pero
fusilando a los cabecillas).
¿Podríamos
decir que se le tenía miedos al mariscar carlista Gómez? Quizá sí porque el
vencedor de Cabrera, el tigre del Maestrazgo, tenía órdenes del gobierno para
ocupar con su división posiciones adecuadas para cortar el paso y hacer añicos
a !a columna carlista. Sin embargo, la falta de suministros, la "escasez
de moral" o la meteorología, frenó a las tropas.
Los
carlistas llegan fácilmente al puerto de la Brújula, junto a Burgos ciudad.
Silencio informativo. Se saturan los medios con las noticias sobre el sitio de
Bilbao evitando hablar de una modesta columna en retirada, azotada por el invierno
castellano. Se nota que no había ganas de lucha.
Gómez
avanza por la helada Bureba, casi hasta Oña, y en un rasgo de audacia pasa el
Ebro por el cañón de La Horadada, una ratonera que mil años antes los moros
eludieron (o casi), y en la cual una compañía de infantes, con disparos y
peñascos, podrían frenar a tropas dos veces superiores a las que aún conservaba
el general carlista.
Y,
sorprendentemente, se hizo. Pero nadie lo contó... salvo su autor:
"Sres. Redactores de EL
ESPAÑOL.
Muy señores Míos: Ignoro en qué
consiste el que no se haya hecho mención en ninguno de los periódicos de esa
Corte de la resistencia horrorosa que opuso este pueblo con 35 soldados
valientes del regimiento de Mallorca de que tengo el honor de ser un teniente,
así como de haberles mandado, á la división del caudillo Gómez de vuelta para
las provincias , sin que ni las amenazas ni las ofertas me hubiesen hecho
vacilar en el cumplimiento de los deberes de un militar de honor por nacimiento
¿Es asunto de poco interés haber salvado á este pueblo, el más liberal y
decidido de la provincia de Burgos, de un saqueo horroroso y otras desgracias
irreparables? ¿Es un caso de tan poca importancia para quedar sepultado en la
obscuridad haber obligado a un enemigo orgulloso a desistir de su empeño
haciéndole tomas con afrenta la dirección del puente de Mijangos con un retraso
de 5 horas, que era tiempo más que suficiente para que los batallones
acantonados en Villarcayo hubiesen acudido á disputarles el paso? ¿Es caso de
tan poca importancia para dejarle sepultado en el olvido haber detenido un
enemigo engreído con sus anteriores triunfos desde las dos de la tarde hasta
las siete de la noche (algo más) obligándole a retirar sus dos piezas de cañón
con las que hizo fuego al fuerte y con que pretendió acobardarnos? Conociendo
el cobarde Gómez que por el puente de Trespaderne no podía pasar porque le
defendían tropas, más valientes que él, se dirigió al puente de Mijangos; donde
si hubieran acudido los batallones de Villarcayo no hubiera pasado un solo
rebelde á las provincias.
JUAN JOSÉ DE UNZUETA"
(Trespaderne 30 de enero de
1837)
El Español (Madrid. 1835).
9-2-1837, n.º 466
Es
decir, a la salida de La Horadada, atrincherados en el puente de Trespaderne,
el teniente Unzueta y 35 soldados del regimiento de Mallorca deciden no
escurrir el bulto como sus superiores. Quizá por eso su acción no se publica y,
como en las películas de vaqueros, se queda solo esperando a los de Villarcayo
y enfrentado al menos a 3.000 infantes con 650 caballos. ¿Por qué? Tal vez por
dignidad, por espíritu de cuerpo, por el regimiento... Nunca se sabe las
razones últimas por las que alguien toma una decisión así.
Pero
no fue solo él, al amanecer del día 17 la retaguardia libra en el pueblo de
Extramiana su último combate con los peseteros
riojanos de don Martín Zurbano. Por cierto los mismos que en Vitoria, junto al
regimiento de Almansa, asesinan al gobernador militar, al jefe de la plana
mayor y a varias autoridades civiles y militares, mientras gritan a favor de
Zurbano, Alaix y la Constitución.
Lo
dicho, Fin de fiesta porque la noche del 19 de diciembre de 1836 llegan a sus
líneas y a Amurrio. A !as pocas semanas de su llegada le encarcelaban los suyos
por insubordinación, malversación de fondos, abuso de autoridad y clemencia
excesiva con los prisioneros.
El Español con el texto original |
Anexos:
El
regimiento Mallorca, 13
Data
del año 1682 con el nombre de "Tercio Nuevo de la Armada y del Mar
Océano". En 1704 será el "Regimiento Nuevo de la Armada y del Mar
Océano", aunque también es conocido con el nombre del título que ostentaba
su Coronel "Regimiento de la Santa Cruz". Con las resoluciones de
Felipe V pasa a ser el "Regimiento de la Armada n 1" y en 1718 el
"Regimiento de Infantería Mallorca n 14 ". pasa por los nombres de
"Regimiento de Infantería Mallorca n 19" en 1741; "Regimiento de
Infantería Mallorca n 18" en 1769 y "Regimiento de Infantería
Mallorca n 20" en 1815, año en que se incrementa el regimiento con el
nuevo cuerpo conocido como Segundo de Vizcaya y en 1818 se le agrega un
batallón del disuelto Regimiento Hibernia. Con las reformas de la Infantería de
1823 se divide en batallones independientes, adquiriendo los nombres de
"Batallón de Infantería n 39" y "Batallón de Infantería n
40", en 1828 recupera el pie de Regimiento con el nombre de "Regimiento
de Infantería Mallorca n 12", para cambiar su numeración en 1833 y
conocerse como "Regimiento de Infantería Mallorca n 13". En 1931 es
fusionado con el Regimiento Guadalajara n 20 y da lugar al "Regimiento de
Infantería n 13", con el que permanece hasta su disolución en 1936.
En
1939 y en base a batallones de los Regimientos Zaragoza n 30, San Quintín n 25
y Toledo n 26, se organiza el "Regimiento de Infantería Mallorca n
13" con acuartelamiento en Lorca (Murcia), recogiendo el historial del
"Mallorca". En 1959 se reorganiza en Agrupación con el nombre de
"Agrupación de Infantería Mallorca n 13 ", cambiando nuevamente en
1963 por el tradicional de "Regimiento de Infantería Mallorca n 13 ",
pasando en 1963 a "Regimiento de Infantería Motorizable Mallorca n 13
" y finalmente, en 1986 al de "Regimiento de Infantería Mecanizada
Mallorca n 13" hasta su disolución el 29 de diciembre de 1995.
En
la Primera Guerra Carlista (1833-1840) participará en: Cerco de Morella,
Hostall y Coll de Villabona. Acciones de Pinares de Olmo y Ochagavía,
Viscarret, combate de Peña de Orduña. Acción de Linzoain y Espinar. Combate en
Villareal de Álava y batalla de Luchana. Acciones de Galdácano, Baceite y
Gandesa. Batallas de Catí y Villar de Canes. Socorro de Lucena, Morella y
Urdax, acciones de Montalbán y Alcora. Sitio del castillo de Segura, Castellote
y Morella.
Entre
las recompensas más destacadas concedidas al Mallorca n.º 13 se pueden citar:
- Derecho de colocar en sus banderas la inscripción "Prius flamis combusta, quam armis Mallorca victa", concedida en 1746 por la acción del río Todone.
- La Cruz de distinción de la Fuga de Portugal concedida en 1815.
- El escudo de distinción del Ejército del Norte concedida en 1837 por su acción de Gayangos, de la que ya hablaremos.
Compañías
francas o "peseteros"
Las
capitanías generales fueron autorizadas a crear compañías francas en cada
provincia o partido con oficiales y sargentos retirados, cuyos componentes
serían conocidos como “peseteros”; estas unidades no se regían por las
plantillas del resto de la Infantería, aunque eran similares a los regimientos
ligeros, ni recibieron nombres en consonancia con el sistema general. Se
dictaron instrucciones para que se organizaran en batallones o compañías, según
su entidad, numerándose por capitanías, como 1º, 2º, … de "Voluntarios de...",
aunque muchos conservaron las primeras denominaciones adoptadas. Las compañías
tenían de 90 a 120 hombres y los batallones de cuatro a ocho compañías.
Dependían a todos los efectos de los capitanes generales, quienes nombraban a
oficiales y sargentos, mientras que los jefes y ayudantes eran designados
mediante Real Despacho. Estos cuerpos francos, también conocidos como
batallones y compañías provisionales, servían normalmente en su provincia,
aunque podían ser destinados a otro lugar por la reina. En 1840 se suprimieron
los cuerpos francos, voluntarios y provinciales.
Bibliografía:
"La
primera guerra carlista" de Alfonso Bullón de Mendoza y Gómez de Valugera.
"LA
EXPEDICION CARLISTA DEL GENERAL GOMEZ" por Luis Lavaur en Revista de Historia
Militar Nº42. Año 1977
El Español (Madrid. 1835).
9-2-1837, n 466
"Batallas
en Las Merindades" de Felipe González López y Aitor Lizarazu Pérez.
Google Maps.
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