Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


lunes, 17 de octubre de 2016

Recorriendo la villa romana de "Los Casarejos"


La mirada se pierde en la lejanía, campos de amarillo trigo cubren todo el contorno. Sólo la mole de la villa junto a la calzada (ramal de la Vía Aquitana) rompe la monótona superficie. La villa cuyo primer propietario desconocemos. Una villa que nosotros desconocemos. La villa que no nos señalizan pero que permanece, sufrida, en San Martín de Losa, en la carretera de Quincoces de Yuso a Berberana.

Vista aérea de Los Casarejos y sus habitaciones (Google) 

Debemos retroceder a la década de los 80 del siglo XX para ver una intensificación de los estudios sobre arqueológica romana en Burgos. Se centran en los castros y las villas que son dos tipos de poblamiento muy abundantes. Nosotros nos fijamos en las villas -que es de lo que va el artículo- tal y como ya hicieron J.L. Argente en la villa de Barios de Valdearados; Abásolo en Salinas de Rosío; y, otra vez, Abásolo y, posteriormente, Mercedes Torres, María Ángeles Gutiérrez y Rosalía Incera en esta de San Martín de Losa.

Fruto de la conquista llegaron al territorio de Las Merindades –terreno cántabro o Autrigón- los esquemas de ocupación territorial romanos y la potenciación de las actividades agropecuarias en aquellas zonas más propicias. En nuestra comarca no parece que se llegaran a hacer repartos de tierras a colonos, ni creación de ciudades ex novo. Aunque sí que había poblaciones de cierto tamaño cerca como Area Patrianini (¿Noceco?), Salinas de Rosío, y Uxama Barca (Osma de Valdegovía) entre otras. Otro factor a tener en cuenta es la red viaria y sobre ello podemos decir que por Las Merindades pasaban tres calzadas romanas y múltiples caminos de menor rango. Concretamente la que une Flaviobriga con Uxama Barca pasa cerca del yacimiento de los Casarejos.

Vista actual (2016) de las habitaciones E, G, H, I  y del oeste del Valle

La ubicación de esta villa de los Casarejos en zona agrícola continuamente cultivada ha permitido su recuerdo –pensemos en la débil capa vegetal que la cubría- pero, a su vez, ha hecho que sus estructuras arquitectónicas, sobre todo en el ala este de la vivienda, estén destrozadas.

Sucesivas campañas de investigación ha desenterrado diversas cámaras de la edificación algunas de las cuales fueron protegidas con tejavana. Al parecer se recrecieron los muros de tal forma que han surgido problemas a la hora de saber claramente dónde estaban las entradas a las habitaciones. Indica Mercedes Torres en su trabajo de 1997 que “Los mosaicos, arrancados para su restauración y consolidación, se encuentran en la actualidad fragmentados en una nave del dueño de la tierra, junto con patatas y aperos de labranza. El último de los arrancados, el del ábside, está todavía sin consolidar”. Tras un parón asumieron la investigación (1989) Mercedes Torres, M. Ángeles Gutiérrez y Rosalía Inciera que la abandonaron en 1991 por desavenencias entre el dueño de la finca y la Administración. ¡A la basura el proyecto de consolidación y restauración, a la basura el patrimonio arqueológico de Las Merindades y el conocimiento, por todos, de nuestra historia!

Planta general de la villa de Los Casarejos

Volvamos al tema. Estas investigadoras se centraron en una limpieza en profundidad de toda el área excavada y el análisis de zonas parcialmente estudiadas. Levantaron la cobertura del Baño privado que se había hundido en su parte central porque el derrumbe afectaba a las estructuras conservadas. Buscaron delimitar el perímetro total de la construcción mediante las prospecciones geofísicas efectuadas en junio de 1990 por la Empresa “Prospección e Ingeniería” de Madrid. No se obtuvieron resultados definitivos por lo cual podemos soñar con que hay más restos bajo los cultivos.

El inmueble estuvo bien construido, asentado sobre la roca natural, en una pequeña elevación ligeramente inclinada hacia el este. La roca está retallada en varias zonas para permitir un mejor ajuste de los materiales de construcción, sin que medie entre ambos ningún tipo de argamasa.

Pasillo oeste con las salas D, G y H

Los muros exteriores eran de piedra de regular tamaño y los interiores de pequeñas piedras unidas con argamasa. Señalar que los muros del tepidario y el praefurnio, el horno de las termas, son más gruesos.

Tampoco nos creamos… es una casa pequeña (una hectárea aproximadamente) lo que traducido serían 10.000 metros cuadrados, -un campo de futbol y pico- organizada mediante un gran patio central. Una estructura típicamente romana. Al patio central parecen abrirse dos pasillos para los sectores Oeste y este. Al Noroeste se sitúan las dependencias termales; el ala oeste alberga la parte residencial de reducidas dimensiones. En el lado este del patio, con un gran pasillo de acceso, se localiza la parte rustica de la villa. Es la zona poco trabajada por las desavenencias ya indicadas. Y al sur, fruto de la distribución simétrica del edificio, podrían haber existido más habitaciones en el mismo eje del frigidario y que habría contado con un acceso en este sector.


Siguiendo el plano vemos que las habitaciones G y H comparten un pasillo en “L” que tuvo pavimento de mosaicos que, a su vez, desemboca en el pasillo que bordea el patio. La habitación I parece cerrar la construcción en el lado oeste. La habitación G, de planta casi cuadrada, de 16`55 metros cuadrados, cubierta con mosaico, podría haber sido un cubículo o habitación. Igual la H (3,10 m por 6, 72 m).

Interior cubículo G

La habitación I constituye una estancia con cabecera en forma de ábside, pavimentada con mosaico, de 7`18 m de anchura por 11 m de longitud en el punto más abierto del ábside. Se accede directamente desde el peristilo. Al fondo de la estancia, en el punto de arranque del ábside, una hilera de bloques rectangulares de piedra, perfectamente escuadrados, sobresalen ligeramente por encima del nivel del pavimento de la habitación, quizá con el fin de resaltar su forma. Claro que el muro del ábside se ha perdido en buena parte y su trazado se reconstruye gracias a la roca natural que le sirvió de asiento y por la forma del mosaico. Diremos que es la habitación más importante de la vivienda con clara función de representación -un oecus o un triclinio-. Idea respaldada por la forma y la calidad del mosaico que la cubría.

Balneum de Los Casarejos

Al Noroeste se localiza el balneum, la ya referida zona de baños, formado por las estancias A, B, C, D y, relacionadas con ellas, las habitaciones E y F. Constituyen un bloque diferenciado. La habitación A, la mayor de todo el conjunto, de 8`60 x 9`10 m y pavimentada con mosaico, presenta a lo largo de todo el muro sur, y en parte de los lados este y oeste, un zócalo formado por grandes lajas de piedra bien escuadradas, posiblemente revestidas de opus signinum. Un material de construcción consistente en tejas partidas en trozos pequeños, mezcladas con cemento, y luego golpeadas con un pisón que daba un resultado muy sólido.

Piscina del Frigidario

En el lado este habría un rodapié, adosado al zócalo que vendría a coincidir con el final del muro suponiéndose la apertura de una puerta en este lado. Podría corresponder a un banco corrido. ¿Por qué? Por la ausencia de cimentación al estar, el banco, apoyado directamente sobre el mosaico. Sin embargo, hoy, después de la consolidación de los muros, no se observa la entrada por el este. En cambio, sí parece existir una posible comunicación en el lado oeste, entre esta habitación y la F. Cosas de la arqueología.

Sala F (en primer plano) y apodyterium al fondo.

Se trataría, así, de un apodyterium (vestuario). Al norte se encuentra la piscina de agua fría, de forma hexagonal, provista de tres escalones, con revestimiento de opus signinum, finalizando en su parte inferior en la típica moldura de media caña, con desagüe en el lado oeste. Presenta buen estado de conservación aun cuando muestra algunos desperfectos en los escalones.

La habitación B, rectangular y originariamente pavimentada con mosaico, de. 3`76 m de longitud por 5`78 m de anchura, tiene un hipocausto –la castellana “gloria”- relativamente bien conservado. Presenta, en el muro que comparte con la habitación C, tres aberturas para permitir el paso del aire caliente entre ambas. El pavimento de la estancia se asentaba sobre columnas de ladrillos refractarios, apoyados sobre un suelo de arcilla apisonada. Estas columnas están formadas por dos ladrillos rectangulares unidos entre sí por una fina capa de mortero. En algún caso se conserva el arranque de bovedillas de ladrillo sobre las que irían las suspensurae que sirven de base al suelo. Esta habitación se interpreta como el tepidario, habitación de paso entre el baño caliente y el baño de agua fría.

Tepidario

La habitación C, de 4`50 m por 4`50 m, es cuadrada al exterior, mientras que por su interior adopta forma octogonal. Además de su comunicación con la habitación B muestra en el muro sur dos salidas de aire caliente hacia la habitación E, de la que hablaremos más adelante. Provista de hipocausto, conservado en parte, cabe destacar en su interior la presencia de una piscina de forma hexagonal, de poca profundidad, situada al fondo de la habitación, a nivel del suelo, directamente sobre el canal interior del praefurnio, la cámara del horno.

Caldario

La bañera, del tamaño de la habitación nos delata el caldario. No se han encontrado restos de conductos en las paredes que permitan suponer la ascensión de aire caliente a través de las paredes. Bueno, en la habitación B hay una serie de ladrillos en forma de U, colocados entre la suspensurae y el suelo preparado para instalar el mosaico. Uno de los pocos ejemplos más de estas formas excepcionales de piscina, octogonal, se documenta en la villa de Requejo (Zamora).

Caldario (2016)

La habitación D (3`80 m por 4`50 m) corresponde a la cámara de calefacción –ese citado praefurnio-, dotada con el horno, que alimenta a los hipocaustos de las habitaciones B y C. De forma prácticamente cuadrada, se dispone a continuación del caldario, abriéndose la boca del horno, de unos 50 cm de anchura, probablemente en forma de arco, en la mitad del muro. La boca del horno iría cubierta con una puerta metálica o, más posiblemente, con una gran losa de piedra.

Habitación del horno

Sobre las habitaciones E y F hemos indicado la posibilidad de estar relacionadas con el conjunto termal, si bien resulta problemática su funcionalidad. Ambas estancias se comunican mediante aberturas en los muros con el caldario y tepidario respectivamente. La habitación F, de dimensiones reducidas y planta cuadrada (4`00m por 3`82m), estaba pavimentada con grandes losas de piedra de las que aún puede verse alguna in situ en el ángulo Sureste. En el muro oeste aparece adosada una estructura rectangular, asentada sobre una base de pequeñas piedras, que hace pensar en la existencia de un hogar, idea reforzada por la presencia de abundantes cenizas y varios fragmentos de cerámica común. Cabría interpretarse como una pequeña cocina.

Vista de las salas F (derecha) y G (fondo) desde el apodyterium

Existen referencias de autores clásicos, Vitrubio entre otros, acerca de la presencia en las villas rústicas de una pequeña habitación cerca del tepidario utilizada como cocina; de ahí que se le haya asignado esta función. Otra función, derivada de su situación, aunque menos verosímil, sería la de laconicum (un baño de vapor), ya que ésta suele aparecer frecuentemente acoplada al tepidario tal y como sucede en este caso. Sin embargo, la presencia de esta sala no es frecuente en baños privados. ¿Cocina o sauna?

Habitación E

La habitación E habría que relacionarla con la D, el praefurnio, a pesar de no presentar ninguna vía de comunicación entre ambas; de unas dimensiones de 6`80 m por 4`30 m, sería el lugar de depósito de combustible, almacén, etc. En este sentido, está constatado, en ciertas villas la presencia de una habitación, situada al lado del horno y del caldario, con esta finalidad. Estos dos ambientes han proporcionado algunos fragmentos de hierro, cerámica común y sigillata.

La sucesión de las habitaciones se ajusta a su imagen clásica. Así, los bañistas recorrerían un cierto número de estancias para llegar al caldario y después volverían haciendo el mismo recorrido hasta el apoditerio. Constatemos que estas termas no fueron alteradas en su tiempo para otros fines industriales. Los ocupantes usaron los baños durante la ocupación de la casa y, aparentemente, su filiación cristiana no impidió el disfrute de estos elementos de respetabilidad social.

Patio central y salas J y K al fondo

Las estructuras descubiertas en el ala este de la vivienda poseen un carácter muy diferente. Se trata de dos grandes ambientes, J y K, situados junto al pórtico que bordea el patio en esta zona. El pasillo discurre paralelamente al otro que delimita el peristilo en el lado oeste. Las diferencias entre ambos estriban en la mayor longitud y anchura del E y en la ausencia de mosaico, presentando en su lugar un enlosado de grandes lajas de piedra, visibles en algunas zonas. Este pasillo delimita el sector de la vivienda que se podría considerar como la parte rústica.

La habitación J, de amplias dimensiones, aparece acotada en tres de sus lados, sin que se haya encontrado su cierre en el lado este. En este espacio cabe señalar la presencia de dos hogares. El primero de ellos, bastante bien conservado, se sitúa en el extremo suroeste de la habitación. Muestra una estructura semicircular, delimitada por un pequeño murete de piedras. El hogar parece apoyarse directamente sobre la roca, mientras que en su interior ofrece un suelo confeccionado a base de pequeños cantos. Todo este espacio estaba cubierto por una potente capa de cenizas entre las que se encontraron varios clavos de hierro y fragmentos de cerámica común. Hogares similares, abiertos y de sección semicircular, rodeados de piedras para impedir la propagación del fuego, son relativamente frecuentes en la Galia y Germania.

Habitación J (hogar)

La habitación estaba pavimentada con grandes losas de piedra manteniéndose algunas en su posición original en la zona de contacto con el muro de cierre de la habitación en el lado oeste. El estado de conservación del muro es bastante deficiente perdiéndose en algunos sectores. Paralelamente a esta habitación un tramo de pasillo, de 4`05 m. de anchura, delimita otro ámbito, posiblemente rectangular, la habitación K, de 7`82 m. de ancho, sin cerrar en el lado sur. En esta zona las estructuras continúan tal y como lo demuestra la aparición de un nuevo muro al este de la habitación.

Habitación J (2016)

El pasillo en su tramo final se abre hacia el oeste de la villa. En ambos casos parece tratarse de un pasillo abierto ya que no se han encontrado restos de muro ni de ningún tipo de soporte. Podría ser la entrada a la residencia. Su conservación es relativamente buena pudiéndose seguir regularmente en todo su recorrido.

Hogar habitación F

Al sur de la villa se han efectuado diversos sondeos sin que se hayan encontrado restos constructivos de ningún tipo. Solo algunos fragmentos de hierro y cerámica común.

Ya hemos descrito los restos encontrados pero ¿Qué era? Y lo que es más importante, ¿cómo descubrimos lo que era? Lo digo porque se suele asignar cualquier resto de época tardía en un medio rural a una villa romana. Desgraciadamente la realidad puede ser diferente.

Apodyterium y piscina de agua fría al fondo bajo cubierta.

Dos son los elementos básicos de la villa: la tierra que se cultiva y las viviendas de la gente que la trabaja y del dueño que la gobierna. El elemento mejor conocido de las villas es la mansión del señor: hipocaustos, estucos pintados, viviendas y habitaciones de grandes dimensiones, complejidad arquitectónica, etc. Del resto de dependencias no se sabe casi nada.

Y, claro, tener un muro y algo de cerámica no es tener una villa. Tendríamos un asentamiento rural –sea lo que sea este-, perteneciente o no a una villa, y de tamaño indeterminado. Recordemos que en el siglo IV también se está produciendo una ocupación de territorios que no estaban habitados en la línea de ruralización de la sociedad. Porque, ¿realmente podemos aceptar que en el territorio de la provincia de Burgos hubiera más de 200 villas?

Panorámica del Balneum

Demasiadas. O no. Sin más. Por ahora. De hecho, en Las Merindades se documentan dos asentamientos de especial importancia: el yacimiento de los Casarejos y la villa de Salinas de Rosío. Casarejos sería, llegado el caso, la principal villa del norte de Burgos, con un emplazamiento típico, en llano, próximo a un río y a una calzada. Para algunos autores, pudo ejercer un dominio sobre el resto de los asentamientos rurales del entorno inmediato, como los de Berberana y Villaluengo.

Claro que por las reducidas dimensiones que tiene el área residencial de esta “villa agrícola” (dos cubículos y una gran sala) pensaríamos en un pequeño establecimiento rural en el que el dueño residiría sólo ocasionalmente, siendo atendida la explotación por un capataz (vilicus).

Entrada este a la villa entre las salas J y K

Hay que tener en cuenta, además, el considerable desarrollo que parece tener el espacio destinado a zona rural, dotado con amplias estancias dedicadas probablemente a almacenes, talleres para fabricación y reparación de útiles, etc. A lo que habría que añadir el hecho de que la mayor parte de los escasos materiales que ha proporcionado este establecimiento se limiten, casi con exclusividad, a fragmentos de hierro (en concreto, a algunos cencerros, ejes de carro, clavos, etc.). La pena es que nos chirría con esta teoría el balneum que resulta excepcionalmente amplio, a pesar de tratarse de un baño privado.

Las dimensiones de los baños, la proximidad a una vía de comunicación y la zona de trabajo pudieran hacernos pensar que se tratara de una mansión, una posada, dónde los viajeros descansaran y repararan sus carros. Apoyaría esta visión el gran patio central y la amplitud del pasillo de entrada a la vivienda para un mejor y más cómodo acceso a los carros.

Pasillo norte

Sin embargo, el hecho de no haberse completado la excavación de este establecimiento no permite una mayor puntualización. Incluso la parte residencial pudiera tener un desarrollo hacia el suroeste todavía desconocido.

Gracias al exiguo material arqueológico encontrado (fragmentos cerámicos, hierros -un fragmento de bisagra, otro de cencerro, cuchillos, clavos, etc.- y vidrio) se ha datado el lugar entre los siglos IV y V d.C.

Esta datación no implica que estuviese despoblado anteriormente. Quizá llegue a aparecer en el entorno una villa anterior en el tiempo. Pensemos que la llegada de los romanos provocó la evolución de los sistemas productivos y de asentamiento existentes –castros-; o que la mejora de la red de comunicaciones, la consolidación de los centros urbanos y la política imperial de favorecer la agricultura provincial frente a la itálica del siglo II dispara la producción cerealista de la meseta norte –apoyado por las medidas proteccionistas presentes desde Domiciano y el reparto de trigo en Roma- lo que redundó en el retroceso del sector agrícola indígena (subsistencia y escasa rentabilidad) y la proliferación de nuevas exportaciones orientadas al mercado.

Sala J

El siglo III será una muestra de que las explotaciones agropecuarias nacen, crecen y mueren: tenemos lugares que no llegaron a esta centuria como varios de La Bureba o uno en Villalba de Losa; otros que continúan como algunos en el Valle de Losa, la Junta de Traslaloma o Valle de Mena; Y aparecen referencias arqueológicas de nuevos asentamientos como Lastras de la Era o la zona de Valdivieso. No hay crisis de recursos ni invasiones en la zona pero si se ve una ruralización del mundo romano.

Llegamos por fin al siglo en que nuestro lugar de estudio deja huella. A lo largo del siglo IV hasta el ario 409 d.C. Las Merindades viven en paz, social y bélica. Claro que hay cambios: una nueva administración, una nueva división provincial con la desaparición de los Conventos Jurídicos y una forma distinta de gobernar las ciudades. En el campo se reocupan zonas marginales, como las cuevas (Cuevas de los Moros, en Villaventín, la Cueva del Portal, en Lastras de las Eras y la Cueva de Saraos, en Teza de Losa) que pudieran corresponder a poblaciones de economía pastoril. Renacen los asentamientos castrales (San Pantaleón de Losa) y un refuerzo de las posiciones militares en funciones policiales.

Declaración de Los Casarejos como
Bien de Interés Cultural

Y esto nos deja frente al fenómeno más importante del siglo IV: la eclosión del llamado régimen vilicario en la Meseta que cubrió este territorio de villas romanas una de las cuales pudiera haber sido la de Casarejos.

Bibliografía:

“Villas tardorromanas den el Mediterráneo occidental” por  Alexandra Chavarría Arnau.
“La arqueología romana en Burgos. Orígenes y desarrollo”. David Pradales Ciprés y Julio Gómez Santa Cruz.
“La villa romana de Los Casarejos” por Mercedes Torres, María Ángeles Gutiérrez y Rosalía Incera.
"La transformación de los balnea rurales domésticos durante la antigüedad tardía en Hispania (s. IV-VI)" Virginia García Entero.  
Bienes Culturales de Castilla y León.
Boletín Oficial del Estado.
Google.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, tenga usted buena educación. Los comentarios irrespetuosos o insultantes serán eliminados.