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domingo, 17 de marzo de 2019

Resucitando Santa María de los Reyes Godos.



Hoy nos vamos hasta el cañón de La Horadada situado entre el pie de las estribaciones surorientales de la Sierra de la Tesla y las primeras estribaciones noroccidentales de los Montes Obarenes. Junto al cauce del río Ebro. Este paso fue una importante vía de comunicación entre La Bureba y Las Merindades.


Desde antiguo se sabía que por aquí había algo constando en el Inventario Arqueológico Provincial una “Torre” fruto de la tradición oral. Las primeras referencias concretas surgieron cuando se efectuaron las obras del ferrocarril Santander- Mediterráneo.

Tras análisis de los restos se informó que… ¡de torre nada! Que en el Vallejo de Santullán (San Julián) aparecía una ermita que debería ser la de Santa Eulalia u Olalla, aunque terminaría siendo Santa María de los Reyes Godos. Esta toponimia coincide con viejas advocaciones ya contrastadas en otras iglesias hispánicas de época visigoda o cercana. De ser ésta la ermita citada en algunas obras del siglo XVII asumiríamos que se trataba de un edificio de orígenes visigodos y con perduración durante la alta edad media. De la documentación que alude a ella, no dejan de ser evocadoras las palabras de Yepes: “(...) en el término de Tedeja hay una ermita, que llaman de Santa María de los Godos, donde se muestran una sepulturas antiguas, que se cree, que fueron de algunos caballeros principales de aquella nación (..).”(Crónica General de la Orden de San Benito, 1615)


Pero… ¿Qué sabemos de esta iglesia? Tras dos campañas de excavación, 1999 y 2000, es posible esbozar la vida del templo y su entorno. Destaquemos que la iglesia de Santa María de los Reyes Godos tiene un plano clásico con la cabecera hacia la salida del sol y la entrada a oeste. Surgen así tres espacios litúrgicos: altar, nave y baptisterio. Destacar el mausoleo interior situado a los pies de la nave. Es típicamente paleocristiana, relacionada con los modelos e influencias tarraconenses y baleáricos. Un diseño que respondía a la geometría áurea a partir de dos rectángulos que permiten inscribir el conjunto en tres círculos tangentes entre sí. Pero no podemos precisar una fecha porque hay materiales arqueológicos que parecen remontarse al bajo imperio romano. Distintos indicadores arqueológicos, de la estratigrafía al repertorio cerámico recuperado, parecen señalar una cronología temprana, anterior a la de Mijangos, que posiblemente pueda establecerse hacia finales del siglo IV. Formalmente se puede catalogar como basílica paleocristiana de tipo oriental.

Recordemos que a partir del siglo III el imperio entra en barrena. La necesidad de garantizar seguridad y estabilidad tributaria e institucional obligaría a desarrollar esta ruta secundaria entre “Virovesca” y Las Merindades, evitando el largo rodeo de la calzada a Flaviobriga. Para garantizar la seguridad del paso de La Horadada se estableció en su entrada septentrional un sistema de vigilancia policial a base de “turris” de comunicación. Y a partir de este contexto entendemos una progresiva ocupación romana de lo que poco después será el yacimiento del vallejo de Santullán, pues tiene sobre él una de esas torres, la de Peña Partida, formando parte de esa cadena visual que corona el alto de Tedeja.


Empezado el siglo V la “turris” de Tedeja se ha trasformado en una fortaleza levantada por algún órgano de la administración imperial todavía con medios económicos y poder. A su sombra se levantará la basílica de Santa María de los Reyes Godos y una población vinculada. ¿Es esto cierto? Bueno, ya se ha dicho que una parte de las cerámicas recuperadas se corresponden con esta cronología de siglo IV-V y los sarcófagos documentados en Santa María de los Reyes Godos se relacionan con la escuela o taller de La Bureba. Esta escuela muestra la presencia de grupos cristianos en la zona de Briviesca. Además, la existencia de enterramientos privilegiados en el interior del templo nos lleva a una práctica habitual en los primeros tiempos de la liturgia cristiana y, especialmente, en aquellas iglesias de carácter propio. Este será el único enterramiento formal dentro del templo, algo excepcional por su significado social pero habitual hasta su prohibición. Se salvaban de esta limitación obispos, santos y mártires, por supuesto.


Es interesante destacar que excepto los dos sarcófagos infantiles (a derecha e izquierda de la entrada) ninguno de los de adulto pudo introducirse en esa cámara por su puerta, ni por espacio ni capacidad de maniobra. Es decir, que se construyó el suelo de opus signimun, luego colocaron los dos sarcófagos de adulto y más tarde se levantaron los muros y su cubierta abovedada de medio cañón de la que queda registro por identificarse su arranque y el relleno de sus riñones y por la cantidad de toba trabajada a modo de ladrillo de plementería allí recogida.

El mausoleo no era una estructura subterránea, una cripta, sino que estaba en la superficie a modo de pequeño templete dentro de la iglesia. ¿Tendría un baldaquino protector o simplemente un tejadillo a doble vertiente? ¿Existe la posibilidad de que fuera al tiempo un arco de sustentación de un coro o tribuna elevada como los que se conocen en Baleares? Tal vez. Sus dimensiones internas son 2`2 metros por 2`1 metros. Con ello podemos fijar una fecha máxima de fundación y primera fase de uso en el año 581, año del I Concilio de Braga, en que se prohíbe esa práctica.

También tengamos en cuenta el desplazamiento de la población a zonas altas y más protegibles. Seguramente causado por la crisis de finales del siglo IV y primera mitad del siglo V: penetraciones bárbaras, usurpaciones imperiales y conflictos civiles romanos, ruralización de los sectores senatoriales, bagaudas y definitiva instauración de una monarquía visigoda, con la pérdida del último territorio imperial (Tarraconense, 466-484). Recordemos que en el extremo occidental de esta última provincia se encontraba el Alto Valle del Ebro.


Así la aparición de numerosas iglesias en el medio rural, asociadas a villas, responden a esta deslocalización del poder efectivo y a la consolidación de nuevas formas económicas y mentales de control social. Con tropas privadas seguramente. Restos de este periodo serían el posible tenante de altar o el crismón grabado en una columnilla. La planta basilical de cabecera tripartita y la distribución inicial de los espacios litúrgicos la sitúa junto a paralelos hispanos bien conocidos, especialmente El Bovalar o la basílica paleocristiana de la Huerta de Nicomedes, todos ellos levantados en esta misma del siglo V. La disposición de un pórtico en el atrio a los pies del templo también la asemejan a la basílica de Son Bou, databa en el siglo V. Resulta imposible fijar con mayor precisión la fecha fundacional, lo mismo que las reformas o modificaciones que se realizaron en breve espacio de tiempo debido a los necesarios reajustes litúrgicos. Los templos paleocristianos hispanos se vieron sujetos a un proceso adaptación continua a la ruralización, llegada y asentamiento de visigodos y a cambios litúrgicos -de un cristianismo inicial vinculado al norteafricano, al arrianismo y, de éste al catolicismo desde el III Concilio de Toledo- durante este periodo hasta el 586.


El poder lo tendría alguno de los honestiores o potentiores que la documentación presenta en su entorno. Un personaje dotando de mando político-militar en virtud de su papel institucional y del poder económico-social necesario. En el ejercicio de su función en Tedeja, tendría jurisdicción y poder sobre un territorio que, de forma progresiva, terminará diluyéndose en su propio patrimonio. Por eso ésta iglesia inicial presenta a los pies un mausoleo. ¡Pura representación social! A su alrededor, dentro del templo… sepulturas de menor rango. Por sus materiales y tipología son de un mismo tiempo y tradición cultural. Los cadáveres están depositados en tumbas de fábrica, de tipo murete, y en sarcófagos de madera, y deben adscribirse a este momento y a una tradición hispanorromana tardía que difiere sustancialmente de la altomedieval.

Este empleo funerario de la iglesia hizo que el pavimento formado por una capa de unos 4 cm de argamasa y cantillos, a modo de opus signinum, dispuesto sobre una capa de tierra de preparación fuese sustituido por otro más apto para una remoción frecuente.

Y, ya que estamos dentro del templo inicial, diremos que la cabecera es de planta basilical, de testero recto al exterior y sin contrafuertes, y triple santuario al interior, estando todo ello ligeramente sobre elevado respecto a la cota de la nave. Este, el cuerpo del templo, presenta en origen una planta rectangular, con unas dimensiones interiores de 14`25 metros de largo y 7 metros de ancho. No hay indicadores arqueológicos que permitan determinar el número de naves pero por sus dimensiones es lógico suponer la existencia de columnas. Se han recogido abundantes basas y fragmentos de columnas, de tipo toscano así como fustes pertenecientes a diversas columnas –dado sus distintos diámetros y material pétreo-. Incluso se ha documentado una columna entera. Pero no se puede asegurar la original localización de cada una de éstas, porque ni se han conservado in situ ni se ha podido detectar en el suelo de la nave la impronta de su disposición.


Esta iglesia que estamos describiendo serviría de lugar de culto al Vallejo de Santullán que parece ser la zona de viviendas de Tedeja (arriba no las hay). Era la máxima representación del poder en un momento en que el cristianismo ya es la religión oficial del Imperio y la seña de identidad hispanorromana frente a los nuevos señores: los visigodos. Más evidencias de esta hipótesis serían la gran fuente tardorromana y la presencia de los distintos materiales metálicos, forjados en caliente, de alta calidad, asimilable a un acero, trabajados como lingotes en barra o clavos, y no utilizados. Con ello, este asentamiento no pudo tener otra funcionalidad que la de atender a la fortaleza y administrar el territorio, por lo que sus habitantes deberías pertenecer a un colectivo estructurado socialmente y más o menos numeroso, con individuos capaces de defenderlo. Tedeja y su zona sería un acuartelamiento secundario. Sus tropas serían soldados-campesinos.


Poco a poco se sumergirá en la época visigoda. A partir de los reinados de Leovigildo y Recaredo y de la conversión al catolicismo del reino en el III Concilio de Toledo (589 DC). Se unen iglesia y estado. Esta zona de Trespaderne, situada entre Cantabria y los vascones, enfrentados con el poder toledano (La filología vasca en sus investigaciones sobre el punto de origen y las vías de expansión del euskera y su progresión por tierras alavesas siguiendo el trazado de la vía Astorga-Burdeos muestra su freno frente a ciertas foces que detuvieron su expansión -al otro lado de los desfiladeros reinaba el latín-) y tapón frente al secular enemigo franco. Ambos dejan especial huella en la comarca, que quedará integrada en el nuevo Ducado de Cantabria.

Entre el periodo tardoromano y el visigodo pudo haber un abandono del lugar causado por la sustitución en las esferas del poder. Se transforman el templo y el enclave ya convertidos en centro de poder y articulación del poblamiento aldeano circundante. Surge un monasterio dúplice en San Juan de la Hoz de Cillaperlata y varios poblados. Desde el punto de vista litúrgico, el cambio arquitectónico más significativo en Santa María de los Reyes Godos es la creación de un baptisterio -con su piscina para inmersión- símbolo inequívoco de su principal papel religioso en la comarca. Estaba a los pies del templo, enfrentado al altar y ocupando el antiguo espacio del atrio-pórtico. Esta modificación se produce en los momentos finales del siglo VI o inicios del siglo VII. Referencia temporal apoyada en que a partir del siglo VIII el bautizo por inmersión se fue abandonando.


Esto obligó a demoler parcialmente el ángulo sur oeste del atrio para colocar ahí la nueva entrada al templo que continuará realizándose por el poniente, pero ahora solo desde su mitad sur y que muestra huellas de reforma (como el empleo de una columna completa como elemento de cimentación, la reutilización de ciertos sillares y la no utilización de argamasa de cal y arena).

Dentro del nuevo recinto bautismal se distinguirán tres habitáculos. El más grande de ellos, en el centro y perfectamente alineado con el eje de la iglesia, ocupado por el baptisterio con su piscina y suelo. Desde esta sala bautismal se accede a través de un pasillo, vano y umbral de piedra (con anchura de vano de 75 cm.), a una habitación al norte, de 3 metros de largo por uno y medio de ancho. Esta habitación se convierte en la vía de comunicación con el templo separado por un umbral de piedra. Aquí se encuentra la puerta de acceso al interior de la iglesia, de un metro de anchura. Esta sala tiene un suelo de tierra apisonada y, parcialmente, lajas de piedra caliza sobre el que se dispone un murete bajo, de sillarejo de piedra caliza, que se adosa al muro a modo de bancada.


Más difícil, que no imposible, parece que estuviera en funcionamiento durante toda la existencia del templo. La cubierta de esta zona sería, a juzgar por los muros, con armadura de madera. Al no conservarse alzado suficiente, se desconoce si esta edificación tuvo vanos de ventilación o iluminación. La construcción estaba cubierta con teja romana de la que se ha documentado abundantes fragmentos e incluso piezas enteras por todo el yacimiento. La cubierta de este nuevo ámbito se apoyaría sobre los muros laterales y de cierre del antiguo pórtico y en los nuevos muros laterales de la cámara bautismal recién creada. La piscina bautismal se dispone en el centro del habitáculo central, soterrada (su profundidad es de 78 cm.), con planta cuadrangular (0,75 x 0,75 cm medidas interiores) y mostrando un escalón de descenso (a 31 cm del borde y 34 cm del fondo, con 14 cm de anchura) en su cara oriental.


Las piscinas cuadrangulares parecen ser propias del siglo VI. A sus lados, norte y sur, se conserva parcialmente un suelo embaldosado, con piezas cerámicas de 28 x 28 x 4,5 cm. que se encuentran sobre un suelo de opus cementicium que se extiende por toda la zona exterior de los pies del templo. Al norte de la piscina, a la misma cota que el suelo embaldosado y complementándolo, se documentan restos de otro tipo de suelo formado por una capa de argamasa rojiza. Por cierto, esta disposición al pie del templo de los baptisterios es típicamente hispana.

Casi seguro es que en este momento se le añaden a la iglesia de Reyes Godos las construcciones de su lado norte y es ahora cuando proliferarán las tumbas exteriores con diversos sarcófagos en el atrio-cementerio de su alrededor. Tal vez en su interior se dejara de enterrar, en cumplimiento de la norma canónica derivada del I Concilio de Braga y decretos posteriores, pero tanto los enterramientos interiores como los exteriores eran, y son también en este momento, de privilegiados por ser sarcófagos decorados y por su ubicación. Esto resalta la importancia del templo.

Además, si durante la etapa anterior se constataba el empleo de materiales y técnicas constructivas claramente romanas, como el uso de hormigón (opus cementicium y signinum) para trabar los muros o construir pavimentos ahora en las partes construidas o modificadas encontramos materiales reutilizados. El aglomerante empleado sistemáticamente para trabar la mampostería local de los muros es simplemente arcilla, lo mismo que suelos, tierra endurecida por pisoteo. También se detecta el alzado de obra mixta, un zócalo pétreo, de mampostería concertada, y unos paramentos de adobe o carpintería.


Esta etapa termina en el 711 con la invasión musulmana. Tenemos un periodo de abandono de unos 40 o 50 años. ¿Las causas? Dos opciones: la primera es que la mayor parte del territorio no ofreció ninguna resistencia a la conquista y que la actitud mayoritaria de los terratenientes y autoridades del reino toledano fue optar por la negociación, reconocimiento, conversión y sumisión al nuevo amo para mantener estatus y privilegios; la segunda es que, bajo la dirección del Duque Pedro de Cantabria, se enfrentaron a los invasores hasta sucumbir. Pero ninguna fuente musulmana habla de combates en la zona y en la misma tampoco se encuentran restos de enfrentamientos. Como signo de abandono debe considerase la retirada del altar del templo y su ocultación o traslado. Ciertamente quienes lo restauraron debieron ser otros u otra generación porque nunca se recuperó el altar.

La dominación musulmana terminó hacia el 741-742 tras la revuelta bereber. Este repliegue permitió el avance de las nuevas organizaciones cristianas norteñas. Por lo que parece, las aristocracias emergentes serán aquellos que no podían huir: los sectores sociales más “autóctonos”. La arqueología nos demuestra cómo se reocupan castros prerromanos, cómo el poblamiento se concentra en espacios montaraces, aumentan las explotaciones ganaderas... La administración de los reinos llegará más tarde. Solo a partir de mediados del siglo IX el territorio cuenta con una nueva formación social consolidada. Aparece el primer conde Castilla.


Santa María de los Reyes Godos, Peña Partida Tedeja y Mijangos, son buena muestra de ello. Se vuelve a documentar signos de ocupación a finales del siglo VIII y, especialmente, en el IX. Una parte del ajuar cerámico debe adscribirse a esta fase, donde resultan especialmente significativas las piezas decoradas con pintura en trazos lineales y reticulados de color rojo y granate. Eran tiempos duros –en todos los sentidos- y, por ello, el reflejo del poder es más modesto. Se modifica Santa María, amén de en su función religiosa, en su carácter simbólico del poder convirtiéndola en un templo panteón. Volvemos a encontrar enterramientos en sarcófagos, pero estos son simples paralelepípedos pétreos, apenas desbastados e incluso pseudo-sarcófagos sin decorar y no se colocan en los lugares apropiados ni reorganizando los preexistentes, sino en el baptisterio o en el exterior del edificio originario. Se crean pequeños habitáculos anexos donde depositarlos.

Y se produce el colapso del edificio. Hay una serie de reparaciones principalmente en el muro sur de la nave del templo. ¿Causas? La topografía del terreno o la proximidad del cauce del río Ebro. Este muro actuaría como como contrafuerza de las tensiones laterales que la construcción soportaba dada la inclinación del terreno, aterrazado. Además, el río estaba libre –sin embalses- y su cauce estaría por encima la cota actual con lo que este muro actuaría también como dique de contención.


Las reparaciones se realizaron con mampostería local trabada con arcilla, y se reutiliza tanto material romano o de calidad como se puede. Pero todos los continuos trabajos de consolidación y readaptación del edificio hacen que cambie su planimetría basilical alterando la funcionalidad de sus ambientes litúrgicos. Se cierra el espacio litúrgico del baptisterio y también el antiguo acceso por los pies del templo a causa de un nuevo habitáculo anexo por el sur oeste del conjunto que convierte todo ese ámbito en un recinto funerario donde se deposita un sarcófago de baja calidad. El origen podría estar en la llegada de grupo distinto del anterior, o con distintos intereses, que por ello no duda en amortizar parcialmente las necrópolis previas.

El nuevo habitáculo, de planta cuadrangular, se construye sobre un relleno que cubre sarcófagos dispuestos en el atrio cementerio, a la entrada del templo, y se construye con mampostería local de gran tamaño dispuesta a hueso, dotando al recinto de un simple suelo de tierra apisonada. La construcción se anexa claramente tanto al muro del baptisterio como a la nave del templo. Esta modificación hace necesaria la apertura de una nueva puerta de acceso que parece localizarse en la parte final de la nave sur del templo, aquella dañada y reparada con materiales de toda clase. Estos ocupantes no estarán mucho tiempo, hasta finales el siglo IX. ¿Por qué? Bueno, hay fuentes andalusíes que narran una de sus razzias (la del año 865) que recorre el Valle del Ebro y busca alguno de los desfiladeros que permiten penetrar en Las Merindades. Los agarenos toman y destruyen diversos castillos (Por cierto que no se cita Tedeja, lo cual puede resultar extraño dada su potencia poliorcética y significación política. Este es uno de los argumentos que suelen manejar quienes proponen otra ruta. Sin embargo hay que señalar que tampoco se cita expresamente ningún otro, aunque la crónica dice que se arrasaron muchos, pertenecientes a todos estos “príncipes” de Al-Qila…) y, a su vuelta, deben enfrentarse a los ejércitos cristianos que los defienden y taponan, a quienes derrotan matando a varios “príncipes de los cristianos”, entre ellos a Banu Gómez, de Mijangos.


Es en estos momentos cuando está muriendo el viejo poder y crece el de los nuevos condes enganchados a los nidos de águila de Pancorbo y Lantarón. Santa María de los Reyes Godos –y Mijangos- entrarán en una fase de letargo que concluirá en su abandono y desaparición.

Pero como todo se aprovecha, de una forma u otra, tenemos una última fase de ocupación. Construcciones civiles amortizan la iglesia en su zona occidental. El muro del baptisterio y el muro delimitador del último habitáculo funerario anexo a él están derruidos ya porque los muros de la nueva edificación se superponen directamente sobre las primeras hiladas de aquellos. Incluso se apoyan sobre la cubierta de uno de los sarcófagos. La nueva construcción es de gran tamaño, con planta cuadrangular, levantada con material calizo autóctono sin devastar y casi ciclópeo, sin aglomerante. Los restos encontrados denunciarían su cronología tardía. Cuando a partir del primer tercio del siglo XI la documentación castellana y navarra hablan de Tedeja como sede de una tenencia no hay nada en la fortaleza de Tedeja asociado a esa época. Da la impresión de que aluden al viejo emplazamiento pero éste ha dejado de ser operativo y ha traslado su sede efectiva a un emplazamiento más cómodo, como podría ser el vallejo. Pero tampoco las referencias micro toponímicas que aparecen en los documentos (los “molinos” de Tedeja, las “sernas” de Tedeja, etc.) mencionan la iglesia o el lugar.



Bibliografía:

“Estudio arqueológico del desfiladero de La Horadada: la transición entre la tardorromanidad y la Alta Edad Media (siglos V-X)”. José Ángel Lecanda
“Las iglesias altomedievales en el país vasco. Del monumento al paisaje”. Juan Antonio Quirós Castillo.
Periódico “Diario de Burgos”.

Para saber más:

Blog "ZaLeZ"


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