Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


domingo, 31 de marzo de 2013

El Santander Mediterráneo. Tragedia en tres actos: (III) Abandono.

Les debo anticipar que, por el puro devenir del tiempo, las explicaciones y descripciones adjuntas, no serán de larga vida y que hoy, saltándome mi estilo, tendremos un viaje sentimental. Pero así es esto.


Vayamos, pues, y suframos:

Separándonos de la mágica visión que produce el espectro de la alta estación de Yera, construida en una plataforma artificial que sobresale de la falda de la montaña para acoger el edificio de viajeros, sus andenes y el almacén de mercancías, atravesamos las entrañas de la tierra para llegar a la estación de La Engaña.

Esta es del mismo estilo que las de Yera y Valdeporres. Algunos matices, como carecer de buhardillas o que las columnas de la marquesina en lugar de ser de piedra son de hormigón recubierto. Llora su abandono entre miradas bovinas hacia los curiosos y gritos sordos pintados en sus paredes mientras custodia la muerte de las ilusiones de nuestros padres, arrancadas a lo largo de los 6.976 metros de túnel.

Un túnel que se llama, con maldad, del Engaña. Del engaño.

Un túnel donde no se llegó a tender la vía y hoy presenta numerosos desprendimientos. A su entrada lucen, todavía, orgullosos los escudos de las provincias que comunica, así como la placa con el nombre y la longitud. Mientras, la naturaleza conquista todo lo que abandonó en hombre.

Saltamos a la de Valdeporres (sin vía) que sobrevive en buen estado gracias a los espeleólogos.


Estación de Valdeporres.

De aquí nos vamos a la de Dosante-Cidad o Cidad-Dosante, que tanto monta, monta tanto. En esta estación terminaba la parte que entró en servicio del SM y se podía trasbordar con la Robla.

Da pena verla. Está destrozada, el techo se ha hundido tanto en el edificio de viajeros como en el almacén e incluso han levantado las vías, que presentaban la curiosidad de tener dos anchos diferentes; ibérico para el SM y métrico para el de La Robla.

Ahora toca una buena noticia. La estación de Santelices, situada en una curva y sin vías, esta estación se encuentra en buen estado al estar habitada, conservándose incluso el edificio de los servicios. Originalmente disponía de una única vía de sobrepaso y de una derivación de apenas 50 metros para el hoy desaparecido muelle de carga. A 200 metros tendría que haber salido la bifurcación hacia Santander, que prescindía de las estaciones de Santelices y Dosante-Cidad sustituyéndolas por la de Valdeporres.

Otra señal positiva, y un descanso tras pasar por Puentedey (sin estación), es Brizuela que está completamente restaurada para utilizarla como casa rural, lo único que queda de la estación original es la forma del edificio y la disposición de puertas y ventanas. También está en pie y arreglado el edificio de los servicios y parece que el almacén y la marquesina de la vía de sobrepaso están siendo restaurados. Probablemente el estar dentro del pueblo y tener un bar les ha ayudado.

Inauguración de la Estación de Brizuela.

Avanzando en nuestro vía crucis orillamos el apeadero de Escaño (aunque originalmente catalogado como estación) en medio del campo y en ruinas. Sin vías, por supuesto.

Siguiendo la ruta topamos con la estación de Horna-Villarcayo, la última o primera, según, del SM con instalaciones importantes. De haberse continuado la línea hasta Santander, Villarcayo hubiera sido una estación pie de rampa, por lo que contaba con una reserva a la que se accedía mediante un puente giratorio de 25 metros del que quedan restos y que tenía capacidad para 5 locomotoras. Además, existían dormitorios para maquinistas, oficinas, almacenes…

Horna Villarcayo en Activo

Estación de Horna Villarcayo 17.01.2013

Estación de Horna Villarcayo 17.01.2013



Guardo en mi corazón el recuerdo de la excursión anual a Burgos para ver la catedral y el Papamoscas, siempre en tren. El niño vomitón que yo era no podía comprender por qué había gente que, pudiendo elegir, se montaba en los grises autobuses de ANSA y no en el plácido y tranquilo ferrocarril Santander Mediterráneo. Madrugar ese día de Julio, llegar a la adormilada estación, vacía salvo por el ferrobús (Cuya forma recuerdo vagamente y que después fue sustituido por máquina y vagón), esperar en el andén junto al cerrado edificio de viajeros, caserón vivo e intacto, asalta mis sentidos cada vez que mis paseos me enfrentan al presente.
Nunca he podido descubrir el modelo que circuló por las vias del SM por lo que, rastreando en la Red, adjunto alguno de los modelos que usó RENFE.


Renault ABJ



El  proyecto original pretendía establecer en esta estación los talleres generales de la línea, pero finalmente se instalaron en Soria, quedando en Villarcayo un pequeño taller para la reparación diaria del material, mantenimiento y pintado de coches y vagones. Esa era la grandeza de la estación. Una sorprendente muestra de lo que fueron los años del vapor. Un museo vivo que hoy solo son hierros mohosos acosados por la desidia y el hormigón.

Pero lo más divertido es la locomotora Mikado de RENFE que llegó aquí en 1991 y que aún estando oxidada y llena de pintadas, aun así, todavía imponente. Ojo, es norteamericana de patente inglesa. Una de de las 242 Mikados adquiridas por RENFE entre 1953 y 1960.



La “nuestra” fue fabricada por Euskalduna en 1958 y su matrícula es 141 F 2401, siendo el “141” la disposición de los ejes (1 libre delantero – 4 acoplados – 1 libre trasero), la “F” la indicación de que funcionaba con fuel y no con carbón, el “2” el número de cilindros y el “401” el número de locomotora.

Quizá burla a aquellos villarcayeses que en el día de nochevieja de 1984 despedían a nuestro tren en su último viaje la Mikado permanece abandonada.

Sigamos.

Tras un agradable viaje hasta Medina, una estación de importancia media dentro de la línea, con dos vías de sobrepaso, dos para el muelle de carga y una vía apartadero particular con almacén propio. Al estar habitado el estado general es bueno, aunque el almacén se encuentra más deteriorado.


Como dato interesante, apuntar que tanto el edificio de viajeros de Medina de Pomar como el de la vecina Villarcayo son idénticos entre sí, pero diferentes al resto de estaciones de la línea.

Estación Medina de Pomar 2011

Me permito recoger aquí las impresiones que José Luis García Ruiz, Chelu, vuelca en su blog “Relatos en las Merindades” donde nos comenta, una vez más desnudando su alma (cosa que se le agradece), su soñada llegada en tren al poco de nacer, como hizo un viaje con nueve años y –añade- el servicio de los Autobuses “La Estrella”.

Estación de Moneo 2011

En fin, dejémoslo y marchemos hacia Moneo en el punto kilométrico 333. Esta pequeña estación sobrevive a escasos metros del pueblo homónimo. Esto es posible porque, como el de Medina de Pomar, el edificio de viajeros está habitado. Nos permite conocer las estaciones del SM cuando estaban en activo, ya que sus actuales dueños, lejos de transformarla en demasía se han limitado a conservarla tal y como era, incluyendo la caseta de los servicios.

Estación de Nofuentes 2011

Nuestro “tren” sigue hasta Nofuentes, estación bien conservada porque fue una de las primeras que RENFE (ahora ADIF) alquiló a particulares. Sus vivos colores y su cuidado entorno nos proporcionan una visión de sus años de servicio.

El llano de Las Merindades tiene su última etapa en Trespaderne cuyo edificio de viajeros es un albergue mientras que el almacén es un tambaleante centro de interpretación del impresionante Desfiladero de la Horadada. La de Trespaderne era una estación de tamaño medio, aunque contaba con una derivación particular a un silo. También podemos ver en muy buen estado el antiguo depósito que alimentaba a la hoy desaparecida aguada.


Trespaderne con rieles (Foros dZoom)


Mención especial merece el Desfiladero de la Horadada. Tenemos un espectacular puente metálico y a lo largo de 7 kilómetros, la vía verde sigue el cauce del Ebro adentrándose en plena Sierra de la Tesla. Nada más cruzar el río, altas paredes verticales surgen a ambos lados de la vía. En sus escarpados riscos tienen su nido cientos de aves rapaces, como buitres, gavilanes y azores.

Más adelante nos encontramos un par de casetas (probablemente del servicio de Vía y Obras) prácticamente en ruinas así como alguno de los postes de las comunicaciones telefónicas. Los muros de contención que impedían los corrimientos de tierras se utilizaron tanto en las numerosas trincheras como en las zonas colindantes con el río.

A 4 kilómetros del inicio tenemos un túnel de una longitud de 300 metros y con espacio para doble vía. Atravesarlo es una experiencia interesante, y aunque no presenta mayor dificultad, recomiendo llevar una linterna. Ya al final del desfiladero hay un paso a nivel, una fábrica abandonada con su caseta de transformación y un cobertizo derruido.

Tras el cañón llegamos a Oña donde tenemos un polideportivo en el almacén, un albergue y el consabido abandono.

Pero eso es otra historia…

Bibliografía:

Via Libre. La revista del Ferrocarril (Fotografías de Medina, Moneo y Nofuentes)

Pero esto no es todo, amigos. Les ofrezco un viaje en el tíempo, su participación en el mundo de los maquinistas y la posibilidad de recuperar el pasado.

Elijan:




















3 comentarios:

  1. Intentando resolver tu duda acerca del modelo de ferrobus que unió Burgos con Merindades, hace poco, en un foro, leí un post de alguien que en su día fue ayudante de maquinista en dicho trazado e indicaba que las máquinas eran Renault ABJ. Me pareció interesante el dato, aunque desconozco si hubo más modelos de ferrobus en circulación sobre el trazado.

    Una vez más, gracias por tan interesante artículo.

    Saludos.

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  2. Estupendo post, llevaba tiempo intentando conseguir alguna foto de época de la 141F2401 os dejo un vídeo https://www.youtube.com/watch?v=mqoyrY4sEnQ

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